Hoy se cumplen dieciocho años de una final histórica entre Nadal y Federer en Montecarlo que cayó de lado del balear pese a los enormes obstáculos que afrontó
Se habían enfrentado en cuatro ocasiones previamente, tres cayeron para el lado de Rafa y una, la más importante hasta le fecha, a favor de Roger. El suizo llegaba a Montecarlo pletórico tras haber levantado el título en Australia, Indian Wells y Miami, siendo el número 1 con una ventaja sideral sobre el español. Nadal, que, si bien que ya había derrocado a Federer en Dubai, todavía estaba en proceso de adaptación tras su lesión. La buena dinámica de uno contrarrestaba con los 41 partidos sin perder en tierra del otro. Una final a tumba abierta, igualada y sin un claro favorito.
Los caminos hacia la final
Nadal había pasado muy poco tiempo en pista hasta llegar a la final, pues, a excepción de las semifinales, todos sus partidos fueron por la vía rápida. Lisnard, un monegasco invitado a la cita por ser originario del país, Vliegen y Coria apenas pudieron intimidar a un jovencísimo Nadal que sentía la bola de una forma diferente en Montecarlo. La brisa, temperatura y humedad a orillas del Mediterráneo hacían de su derecha un arma mortífera, un punzón indefendible cuando carburaba. En semis Gaudio le robó el primer set y resultó incluso contraproducente, pues le caería un doble 6-1 a continuación. Nadie intimada al de Manacor.
El caso de Federer era incluso mejor, una manga cedió también hasta la final. Curiosamente se la dejó en primera ronda ante un joven serbio muy prometedor que venía de la qualy. Se llamaba Novak Djokovic y por aquel entonces no era muy conocido para el aficionado medio. Aquel día se dio a conocer en cierta medida, luchándole al 1 del mundo de tú a tú durante más de dos horas en las que Federer estuvo a punto de ceder la cuchara.
La victoria dio alas al de Basilea, quién no volvió a mostrar ningún síntoma de debilidad. Se aprovechó de la prematura derrota Ljubicic para, en semifinales, derrocar al chileno González sin aparente complicación. Su duelo más complicado, además del ya mencionado, fue el de Ferrer en los cuartos de final, donde el resultado (6-1,6-3) fue engañado, pues el valenciano hizo correr mucho a Federer y sudar en condiciones para acceder a la siguiente ronda.
Las palabras de Toni a Nadal
El partido ha transcendido también por la confesión de Toni Nadal años después sobre sus palabras en la previa del encuentro a su sobrino. Rafa le preguntó a su entrenador qué hacer para derrocar al suizo, por dónde atacarle y cómo establecer una estrategia que le permitiese revalidar el título que tanto añoraba. Ahí su tío fue muy sincero, característica que le ha definido siempre y por la cual la carrera de Nadal ha estado llena de éxitos.
“Federer tiene el revés mejor que el tuyo, la derecha es también mejor que la tuya, la volea es mucho mejor que la tuya y cuando fui a decirle: “y en el saque no hay color” me paró. `Vaya ánimos me das para saltar a la pista´ me dijo. Le contesté que si quería le podía engañar, pero dentro de un rato no te va a engañar Federer, más vale que sepas a lo que te vas a enfrentar. Si eres capaz de jugar cada punto como si fuera el último, si eres capaz de luchar este partido como si te fuera la vida en ello, si pones más ilusión que él…tendrás muchas opciones de victoria”, revelaba Toni hace unos años. Unas palabras que hablan por si solas, definen un estilo de vida.
Casi cuatro horas de oda al tenis
Nadal saltó a la central monegasca como le había pedido su tío, como si le fuera la vida en ello. Unas ganas y un hambre que contrarrestaban la belleza estética y la efectividad de los golpes de un Roger Federer que anhelaba el título tanto o más que el balear. Quizás le pilló por sorpresa la salida en tromba del por aquel entonces dos del mundo, pues el 6-2 de inicio fue más que significativo. Para ganar a Federer hay que matarlo varias veces y Rafa lo vivió en sus propias carnes, viendo como el de Basilea le igualaba en el marcador tras un tie-break desequilibrado.
Las finales de Masters 1000 eran al mejor de cinco sets en aquella época, por lo que tras casi dos horas de encuentro todo seguía igual. Volvió a apretar Nadal con su derecha, alta sobre el revés de Federer, a quién le incomodaba muchísimo ese golpe, antinatural para su perfección. Picando y percutiendo una y otra vez consiguió romper la muralla una vez más y colocarse de nuevo por delante tras un break de mucho esfuerzo. Tan solo un set más para alcanzar la gloria.
No se lo puso fácil Federer, quién luchó hasta la última gota, se bajó al barro y entró de lleno en interminables intercambios que no le favorecían. Pese a ello forzó un nuevo tie-break donde esperaba que a Nadal le temblasen las piernas, pero no lo hicieron. Se lo llevó con cierto suspense y casi cuatro horas de trabajo, levantó los brazos, miró a la grada incrédulo: era el nuevo bicampeón de Montecarlo. Quién le hubiera dicho que nueve más le aguardaban en los siguientes años.