Djokovic pasó por encima de un errático Holger Rune (6-3, 6-4, ) y disputará los cuartos de Wimbledon ante Alex De Miñaur
La participación de Djokovic en Wimbledon está cogiendo tintes de épica y heroicidad. Un mes más tarde de tener que operarse de su rodilla, ya está en cuartos sin demasiados sobresaltos. Kopriva, Fearnley o Popyrin habían sido rivales de poca entidad para todo un 22 veces ganador de Grand Slam. Hoy, el enfrentamiento con Rune, se antojaba como una verdadera prueba de fuego para testear el nivel y estado del serbio. No ha maravillado ni firmado una de sus mejores actuaciones históricas, pero ser regular y efectivo le ha bastado para derrocar al danés en tres mangas.
Rune, precisamente, enviaba una declaración de intenciones directa a Alcaraz y Sinner, pronosticando una cantidad de Grand Slams parecida dentro de quince años. Un título del que todavía está muy lejos de conseguir por grabados como el de hoy, en la que, en primera instancia, ha entrado dormido y, en segunda, no ha respondido como debería en los momentos decisivos. Es por es por lo que todavía le queda mucho camino por recorrer hasta alcanzar su objetivo que, hasta ahora, se le resiste. Mientras tanto, `Nole´ ya está a tres pasos del 25.
Djokovic arrolla
Rune saltaba a la central con la ilusión de igual un H2H que comandaba Djokovic 3-2. Un hambre que se transformó en miedo, nervios y errores en el arranque del choque y, el serbio, cuando huele la sangre hinca el diente sin titubeos. Los doce primeros puntos cayeron de su lado o, lo que es decir, le endosó un 3-0 a su oponente en menos de diez minutos. Llegar tarde ante el ganador de 24 Grand Slams es sinónimo de ir set abajo, pues no perdona.
Reaccionó Holger, pero el dominio de Novak era absoluto. Incluso en esos puntos en los que parecía que el danés tenía las riendas, se sacaba algo de la chistera para minarle más la moral si cabe. El servicio se presentaba como su única y principal arma para luchar, pues cada vez que se alargaban los puntos o que se daban pequeños intercambios, la balanza se desequilibraba. Ni en red, donde Rune ha demostrado tener buena mano en múltiples ocasiones, conseguía meterle mano al 2 del mundo.
A base de paralelos cerró la primera manga en 29 minutos. 6-3, con un break que se quedó escaso para las sensaciones que transmitían. El jarro de agua fría era palpable, incluso para el público, que trataba de animar a la `víctima´ sin éxito por el momento. Aunque el resultado era alarmante, el hecho de que Holger le remontase dos sets abajo a Halys el pasado sábado, mantenía la esperanza de todos los presentes en la central.
Las desconexiones se pagan caro
La dinámica y tendencia en el principio del segundo fue totalmente opuesta a la del primero. La igualdad imperaba con ambos jugadores sacando adelante sus servicios sin excesivos problemas. Rune recuperó su solidez desde el fondo, soltándose y pegando a la bola con su particular violencia. Todo transcurrió de forma uniforme hasta el 3-3, momento en el que Djokovic se colocó 40 iguales y el danés le regaló por completo el break, se fue del partido con varios errores impropios de un deportista de su nivel.
Su ausencia en pista se alargó un juego más y, al igual que en la primera manga, cuando quiso despertar ya era demasiado tarde. Pudo cerrarlo Novak al resto, pero resistió Holger tirando de orgullo y personalidad, valores que le sirvieron para gozar de hasta una bola de 5-5. Los nervios no fluyeron por el curtido cuerpo del serbio, quién mantuvo la calma y, con su guante de revés, solventó los esporádicos problemas y levantó el puño en señal de confianza.
Los antecedentes siempre se habían caracterizado por una enorme batalla e igualdad, por cambios de dinámicas y de pareceres. Eso era el único aliciente al que se podría agarrar un Rune que estaba firmando su actuación más pobre en Wimbledon en el día que no podía fallar. Una vez más, Novak se quedaba a seis juegos de los cuartos de final en Londres.
Fin de fiesta
Si la montaña que tenía por delante Holger ya era escarpada, en el primer juego de la tercera manga la altitud de la misma aumentaría. Djokovic le rompía el servicio y el danés parecía bajar los brazos, desesperado al ver que sus golpes no hacían si quiera tambalearse a su rival. No era ya una cuestión meramente de juego y despliegue, que también, sino de confianza en uno mismo, de creerse que es capaz de derrotar a todo un campeón en la central.
Una vez más, cuando el luminoso mostraba 4-2 a favor del serbio, volvió a desconectarse por completo Rune. Bolas muy largas, incomprensibles, que más de su raqueta salían de su cabeza, desestructurada y agotada. Esta ya fue la definitiva, la que aprovechó Novak para cerrar el choque en menos de dos horas. Muy fresco llega a los cuartos de final, donde se cita con Alex De Miñaur, jugador que está firmando un muy buen torneo, pero que finalizó renqueante su choque de octavos. Quién diría hace dos semanas que el que llega mejor físicamente es el serbio.
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