El malagueño cayó ante el cuatro del mundo en un partido sin historia, donde el ruso dominó de principio a fin a Davidovich.
Qué importante es la mente en el tenis habrán pensado todos los aficionados que han podido ver el efímero encuentro ente Medvedev y Davidovich. Un choque que apenas duró cinco juegos, pues fueron los que la cabeza del español le permitieron mostrar un nivel digno de top 10. En cuanto desaprovechó sus oportunidades de rotura se vino abajo y encadenó ocho juegos consecutivos. Pese a su reacción final, la montaña ya era muy alta de escalar y sucumbió por 6-2, 6-3.
Primer set: Si perdonas lo acabas pagando
Davidovich saltó a pista con un rostro serio, concentrado, con la intención de dar la vuelta a un decepcionante arranque de temporada. Pese a que nunca ha ganado a Medvedev, no mostró dudas ni titubeos y fue el quién puso en aprietos al ruso en primera instancia. Gozó de un 0-40 a favor en el quinto juego para romper el servicio a su oponente y dar el primer golpe encima de la mesa, pero su ventaja se esfumó a una velocidad vertiginosa.
Medvedev es un robot que se coloca en el fondo de la pista y desespera a sus rivales a través de golpes profundos y precisos. En los primeros instantes se les vio un tanto incómodo con el viento, mirando mucho a su box en al que ya se ha incorporado Gilles Simon y ostensiblemente agobiado. Salvar su servicio le dio la energía y alas que necesitaba para imponer su ley y, a partir de ahí, la manga se quedó sin historia.
Del 2-2, 0-40, pasamos al 6-2 en apenas media hora. A Davidovich le pasó factura el no haber aprovechado su oportunidad en una temporada donde la confianza en si mismo brilla por su ausencia. El soviético, por su parte, se mantuvo infalible, apenas otorgándole punto gratis al malagueño que trataba de acortar los puntos sin éxito, pues la precipitación nunca suele dar frutos sabrosos.
Segundo set: Derrumbe `made in Davidovich´
La segunda manga comenzó igual que la primera, sin atisbos de remontada en el horizonte. Ha sido el mejor resumen de la temporada de Davidovich, cabizbajo e inestable mentalmente, un jugador al que la cabeza no le permite desplegar el enorme potencial que llevan sus golpes. El paso por los banquillos hizo el efecto opuesto al que uno espera de un jugador que acaba de perder de forma clara el primer envite.
El vendaval que azotaba el recinto árabe contagió a Medvedev que, lejos de bajar un par de marchas, puso la sexta y, en apenas veinte minutos, colocó el 4-0 en el marcador. Ahí cuando todo parecía perdido fue la única vez en la que el ruso se dejó llevar levemente y un Davidovich a la desesperada evitaba un bochornoso rosco. Resurgió entre las cenizas y, viéndose al borde del abismo, comenzó a pegar a la bola como en los primeros juegos.
Una reacción que apenas incomodó al ruso que siguió haciendo su trabajo, sabedor de que era muy difícil que se le escapara una ventaja de esa magnitud. Los esfuerzos del malagueño fueron en vano, pues el ruso sacó adelante sus saques con algún que otro susto y continúa firme su camino hacia la reválida del título en Dubai. Mañana le espera el ganador de Hurckacz-Umbert, aunque si muestra este nivel, el ruso será muy difícil de derrocar.
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