Nadal y Djokovic se han enfrentado en el Six Kings Slam, duelo que se ha llevado el serbio y que ha supuesto el broche final a una de las mayores rivalidades de la historia del deporte
Han sido 18 años de puro espectáculo. Casi dos décadas de tensión, guerra y hambre de gloria para los dos mejores tenistas de la historia. Ellos, Nadal y Djokovic, han llevado el juego a un nivel superior, inimaginable.
Finales de Grand Slam, finales de Masters 1000 y batallas olímpicas. Todo lo que engloba la rivalidad Nadal-Djokovic ya forma parte de la historia del mundo, de la cultura y del imaginario colectivo. Han logrado una trascendencia tal que son dos personas necesarias para explicar la evolución del deporte, de lo mediático y de las masas.
Nadal y Djokovic, de 38 y 37 años respectivamente, han jugado su último partido entre ellos en el Six Kings Slam, torneo de exhibición celebrado en Arabia Saudí. El duelo, vencido por el serbio por 6-2 y 7-6, ha parecido ser una despedida simbólica, como un homenaje.
El español y el serbio no han estado de gala, han competido a medio gas, sabiendo que aún les espera temporada por jugar. Un Djokovic que, sin correr en algunas bolas, ha podido vencer fácil a un Rafa Nadal que sólo irá a matar en la Copa Davis, su Last Dance.
Nadal despiéndose del Six Kings Slam: (Fotografía de Richard Pelham/Getty Images)
El broche final
Los dos mitos saltaban a la pista vanagloriados por toda la grada que ensordecía hasta los comentaristas de televisión ante semejante concierto de aplausos. Lo que público esperaba era un partido intenso, con la carne chirriando en el asador.
Lo que no sabían, aunque se podía suponer, era que Rafael Nadal y Novak Djokovic ya no los mismo de antaño. El tiempo pasa para todos, y en cierta manera eso es lo bonito de la vida. «No llores porque se acabó, llora porque sucedió».
Bajo esta premisa, los asistentes gozaron de lo lindo con el homenaje que se dieron estas dos leyendas. Nadal, jugando como mínimamente bien pudo, consiguió firmar algún winner de calibre con la derecha que recordó al imbatible Rafa de tierra batida. Sin embargo, se le vio apagado y fallón durante la gran parte del enfrentamiento.
Djokovic corría poco, y hasta concedió algunos puntos por no correr, pero esto no le impidió mover por la pista al español con facilidad. Si bien la velocidad de bola de ‘Nole’ no se puede comparar con la que tuvo contra Sinner el jueves, a pesar hacer poco esfuerzo, le sirvió para ganar el primer set por 6-2.
En la segunda manga la tónica seguía siendo la misma. Los errores y aciertos se sucedían en ambiente festivo que no se preocupó de ver un tembloroso nivel de tenis. No era el día para ponerse criticones, sino por congratular a los dos mejores de la historia. Ya es mucho seguir compitiendo.
No obstante, Djokovic empezó a ceder pista y Nadal aprovechó la situación para forzar el segundo parcial hasta el tiebreak. El balear logró levantar a toda la grada gracias a un passing shot digno de un museo. Fue el último gran golpe de Rafa Nadal. En el desempate, el serbio volvió a centrarse y cerró el partido.
Al acabar el choque hubo un emotivo discurso de homenaje, de despedida. En él, Djokovic aprovechó para decirle a Nadal que no, que no aceptaba su marcha: «No te vayas del tenis, Rafa. Quédate con nosotros, solo un poquito más».
Así se demuestra cómo enterrar el hacha, como conseguir la paz entre dos hombres que durante años han sido enemigos pero que, con el paso del tiempo, han sabido abrazarse y respetarse. La sociedad debería aprender de ellos.
Nadal y Djokovic en el discurso homenaje del Six Kings Slam: (Fotografía de Richard Pelham/Getty Images)
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