AFICIÓN DEPORTIVA TENIS,WIMBLEDON La evolución del tenis que evidencia la hierba de Wimbledon

La evolución del tenis que evidencia la hierba de Wimbledon

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Wimbledon y su hierba son el lienzo perfecto sobre el cual se explican determinadas evoluciones históricas en el deporte de la raqueta

El pasado domingo Alcaraz levantaba su segundo Wimbledon sobre un tapete inmaculado tras dos semanas de acción. La hierba, impoluta, solo daba sensación de desgaste en el fondo de la pista y no en las cercanías de la red. Una instantánea que ha pasado de ser una `rara avis´ a un denominador común en la gira post Roland Garros más reciente. Y, es que, algunas evoluciones, tanto tenísticas como tecnológicas, han hecho que ciertas partes de la pista se conserven mejor en la actualidad que hace 20-30 años, cuando los alrededores de la red mostraban una imagen parecida a la del fondo.

Las zonas que más se desgatan son, evidentemente, las que más rozamiento sufren, por donde más pasan los jugadores. Esto nos indica que, en la actualidad, se juega mucho más desde el fondo sobre hierba, con más peloteos largos y menos subidas a la red. La arma del saque-red que tanto cultivaban los mejores del mundo en los años 80, ha pasado a ser un recurso esporádico que Cressy, único jugador de la élite que lo utiliza de forma regular, intenta conservar. Wimbledon vuelve a ser el laboratorio perfecto para su escenificación: el porcentaje de puntos disputados a través del saque-red cayó del 37 % en 2001 a apenas el 4% en 2021.

Se trata, a fin de cuentas, de una transformación del juego influenciada también por aspectos extradeportivos. A principio de siglo, además del cambio de la hierba hacia una más lenta, se optó por modificar las bolas por unas de menor presión. Un factor que hace que los golpes sean ligeramente más pausados y que, por tanto, las devoluciones a los servicios sean más sencillas; disminuyendo la cantidad de aces o de saques sin retorno.

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Adiós a las raquetas de madera

La fotografía insertada muestra la final de 1980 que enfrentó a Borg con McEnroe. Más allá de la victoria del sueco, el desgaste de la pista es más que notorio. A todos los motivos explicados previamente, hay que sumarle una nueva casuística: la raqueta. En dicha época se utilizaban raquetas de madera, mucho más pesadas y complicadas de manejar, las cuales obstaculizaban los winners desde el fondo de la pista. Para terminar los puntos había que subir a la red, pues sino la fuerza imprimida no era suficiente.

A finales de los 80, la revolución del grafito, las fibras de carbono y demás materiales dio paso a una nueva era. Pese a ello, el saque-volea prevalecía, aunque fuese en menor medida. Los Becker, Sampras y compañía crecieron viendo a Borg, Lendl o Connors, con lo que no imitarles resultaba ser una soberbia. La última instantánea data de la final del 2000 entre Rafter y Sampras, donde ya se intuyen cada vez menos calvas en la hierba.

El cuidado del césped, apoyado en los nuevos medios que sirve la tecnología, podría ser el último motivo que explique el cambio. Casi 30 personas trabajan a destajo, bajo la tutela de Neil Stubley, jardinero jefe del club, a finales de junio para que la hierba se conserve lo mejor posible. Invierten al año unas nueve toneladas de semillas del tipo Perennial Ryegrass que, sumados al riego diario y al corte milimétrico previo al inicio del torneo(la dejan a 8mm), hacen que el tapete muestre la mejor cara posible durante las dos semanas de competición.

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