Bautista, pese a perder en segunda ronda ante Hurkacz, ha mostrado en Montecarlo algunos brotes verdes que apuntan a su redención
El deporte es caprichoso, tan pronto estás en la cima como en la mayor profundidad de un pozo. Roberto Bautista es un claro ejemplo de ello, aunque el castellonense ha demostrado en muchas ocasiones que todo lo logrado ha sido a base de trabajo y esfuerzo. 2019 fue, seguramente, el año en el que mostró un mejor nivel y dio rienda suelta a su enorme calidad. Alcanzó las semifinales de Wimbledon, dio toda una exhibición de pundonor al otorgarle la Copa Davis a España horas después de que su padre falleciera…y formó parte del top 10.
Su excelso nivel lo mantuvo durante varios años, nunca saliendo del top 25-30 y dando más que un susto a los grandes dominadores de la era. Sin embargo, 2023 fue una auténtica pesadilla y quimera para el jugador castellonense que, debido a múltiples lesiones, contratiempos y malos resultados, acabó cayendo fuera del top 100. No acudir a Kitzbuhel y su prematura derrota en Doha, torneos en los que defendía título, le salió muy caro a Roberto Bautista.
Montecarlo y los caprichos del destino
Su ranking no le permite, en la mayoría de las ocasiones, disputar Masters 1000 con regularidad. Es por ello por lo que es común verle batiéndose el cobre en los 250 con el objetivo de sumar algunos puntos que le permitan dar el salto. En Estoril, la semana pasada, buscaba el título, pero nunca una derrota supo tan dulce para Roberto Bautista. Caer en octavos de final ante Pedro Martínez Portero le abrió una puerta que no esperada, pues la baja de Cazaux provocó que la organización de Montecarlo le llamara para invitarle a disputar la fase previa.
Los caprichos del destino le emparejarían con Thiem, otro que lucha por volver a donde se merece: la élite. La paliza que le endosó el castellonense fue digna de estudio, similar a la de Sonego o Facundo Díaz Acosta ya en el cuadro principal. Su historia tenía toda la pinta de ser una de esas que se recuerdan a lo largo de los años, como la de Karatsev en el Australian Open 2021. No pudo ser, pues Hurkacz se encargó de apearle en segunda ronda, pero el nivel mostrado por Bautista da para, al menos, ser optimistas.