AFICIÓN DEPORTIVA TENIS El declive del revés a una mano

El declive del revés a una mano

Tsitsipás

La caída de Tsitsipás fuera del top 10 deja sin reveses a una mano en la cumbre del tenis internacional por primera vez en su historia

El tenis lleva rigiéndose por un ránking de puntos de forma oficial desde 1973 y, desde ese mismo año, siempre había habido un jugador con revés a una mano dentro de él. Stefanos Tsitsipás era el último superviviente, pero su mal estado de forma nos ha llevado a un momento histórico. ¿Por qué cada vez hay menos jugadores con revés a una mano? ¿Se trata de una moda o de efectividad? ¿Qué ha pasado con los mejores del circuito en dicho golpe?

No se trata de un golpe cualquiera, sino de uno de los más estéticos y bonitos a nivel visual. El revés a una mano fue la tónica general durante las últimas décadas del SXX, entendiéndose las batallas entre Borg y McEnroe en los 80 una lucha de estilos no solo por la forma de ser de cada uno. Con su extinción el deporte pierde, pues se trata de un espectáculo basado en lo inverosímil y diferente, en la expectación ante lo imprevisto.

Los 90, sus mejores años

Si nos remontamos a hace apenas 30 años observamos que la dinámica era totalmente opuesta. Ocho de los diez mejores jugadores del mundo en 1990, según el ránking, le pegaban a una mano de revés. Agassi e Ivanisevic, actual entrenador de Djokovic, eran la excepción en un panorama gobernado por Edberg, Becker, Sampras, Muster y compañía, todos ellos compartiendo esa misma característica. Emilio Sánchez Vicario, mejor tenista español de la época, también optaba por jugar a una mano.

El cambio, entonces, no lo podríamos achacar a un tema de efectividad, pues, salvo excepciones, copaban el centro mundial. Sin embargo, si nos atenemos a los hechos, de todos ellos es Agassi quién se mantuvo durante más tiempo luchando por títulos y trofeos importantes. El legado de Jimmy Connors se mantuvo durante una época, pero la seguridad y contención del revés a dos manos fue, poco a poco, ganando tiempo y espacio a un golpeo mucho más arriesgado y potente.

El siglo XXI, el final de una era

El comienzo de siglo supuso el principio del fin para el revés a una mano. Mientras una de las mayores del tenis se construía en Basilea con ese golpe como esencia, en el resto del circuito la tendencia era jugar a dos manos, algo más fácil y efectivo viendo como transcurrían los tiempos. A Federer le acompañaban Ljubicic y Gaudio en esa tarea de preservar lo perdido, de evitar lo inevitable.

Nadie dudaba (ni duda) en alabar la belleza e indudable efectividad y daño que ejercía el revés de Federer sobre sus rivales, pero pocos eran los que trataban de imitarlo. Gasquet, jugador más conocido por lo logrado en su etapa de formación que posteriormente en el panorama profesional, alcanzaba su momento de máximo apogeo en esta primera década de siglo, al igual que Yuzhny, otro de los fieles a uno de los gestos más bonitos del deporte.

Yuznhy, Almagro…se trataba de jugadores fuera de lo común tanto dentro como fuera de la pista. Un hecho que no tiene porqué ser puramente casual, sino que podría establecerse una relación de causalidad. Jugar a una mano empezó a ser visto como una característica propia de los más dotados y atrevidos, tan solo unos pocos controlaban a la perfección un golpe excesivamente complicado. Para la gran mayoría el riesgo que se tomaba era mucho mayor al rédito que te podía otorgar.

Un ascenso fallido

Tsitsipás es, simplemente, el último eslabón de una cadena fallida. Cuando el revés a una mano parecía estar prácticamente acabado y la fecha de su entierro se fijaba en el día del retiro de Roger, apareció la esperanza. Más allá de Federer, y considerado uno de los mejores reveses de la historia, Wawrinka ha sido el más galardonado de la historia reciente y, por ende, el que más ha puesto en peligro la hegemonía del Big 4. El suizo ha levantado tres Grand Slam, pero una dura lesión cortó de raíz su prolífica carrera. Ahora navega sin rumbo por un desierto interminable que tiene pinta de tener la retirada como desenlace.

Otra de las esperanzas del revés a una mano fue y es Dimitrov. El búlgaro, renacido esta temporada, era apodado como el nuevo `Federer´ en sus inicios, pero, al igual que a Wawrinka, las lesiones y un duro estancamiento le impidieron seguir escalando. Pese a ello, Dimitrov es uno de los pocos elegidos que puede decir que ha derrotado a todos los miembros del Big 3 y, además, se postula a ser una de las grandes revelaciones de la temporada.

Tsitsipás
Photo by Daniel Pockett Getty Images

En los últimos años han sido varios los reveses a una mano que han triunfado, en mayor o menor medida, dentro del deporte de la raqueta. Shapovalov, Thiem, Tsitsipás…todos ellos han ido cayendo ya sea por motivos extradeportivos o puramente competitivos. El austriaco llegó incluso a levantar un US Open y disputar varias finales de Rolland Garros hasta que la maldición impuesta sobre el revés a una mano recayó sobre él. El heleno ha sido el último en caer por su propio peso, mientras que al canadiense la presión de ser una gran promesa le pasaría factura.

La influencia de Nadal en el cambio

¿Pudo Rafa Nadal acentuar o influir en el declive de este golpe? El español martirizó durante muchos años el revés de Federer debido a la altura y profundidad que imprimía con su derecha sobre el revés del suizo. Puede resultar ventajista aseverar que es uno de los factores de su caída después de más de una década, pero es evidente que es un motivo de peso en el cambio. Las academias y jugadores en formación se fijan en los máximos exponentes de cada momento y, si observan que el revés a una mano puede convertirse en una flaqueza o debilidad, se dejará de enseñar.

Rafa pudo poner la primera piedra de una decadencia, pero, ni mucho menos fue la principal causa de ello. El revés a una mano, como ya se ha comentado previamente, es un golpe ofensivo, muy complejo y sumamente arriesgado. Si bien es cierto que con él se puede llegar a imprimir más fuerza a la bola e incluso buscar winners con mayor facilidad, da también lugar a más errores e imprecisiones en forma de cañas. En un tenis tan parejo como el actual, donde prima la constancia y la solidez desde el fondo de pista, resulta poco efectivo.

Tsitsipás
Photo credit should read GREG WOOD AFP via Getty Images

Tsitsipás y Musetti, las últimas esperanzas

Pese a haber caído este mismo lunes del top 10 y no dar muestras de rengancharse a corto plazo, Tsitsipás continúa siendo el principal jugador con revés a una mano. Al griego le secundan un prometedor ya mencionado Grigor Dimitrov y el joven Lorenzo Musetti. El italiano ha bajado sus prestaciones de forma considerable en los últimos tiempos, pero su juventud y calidad son indudables.

La crisis se acentúa más aun si se analizan las causas del bajón de Tsitsipás que proceden, en gran parte, por el revés. El heleno ya no es capaz de morder y atacar con el golpe que le hizo llegar a la élite, sino que se ha transformado en un recurso defensivo y plenamente de contención. Sus rivales le atacan una y otra vez hacia esa zona y ya no encuentran respuesta. Es, a todos los efectos, la viva imagen del declive. Una actitud y desempeño que solo el propio Tsitsipás puede solucionar.

Tsitsipás
Photo by Clive Brunskill Getty Images for ITF

Por debajo, entre las futuras promesas, no destaca ningún tenista con este golpe. Luca Nardi, Cazaux, Martín Landaluce, Joao Fonseca…todos ellos juegan a dos manos. Ninguno de los únicos cinco jugadores menores de edad que gozan de puntos ATP en su casillero juegan con revés a una mano. Lo cierto es que, salvo sorpresa, todo indica que la total desaparición del repito, golpe más bonito del tenis, es inevitable. Si alguien consigue salvarlo será considerado como un auténtico héroe.

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