El presidente Carlos Mouriño se despide del Celta de Vigo tras salvarlo de la quiebra y consolidarlo en Primera División. Con su marcha se marca un punto y aparte en la historia del club.
El 12 de diciembre de 2023 será recordado por el celtismo como el día en que Carlos Mouriño Atanes abandonó la presidencia del Celta de Vigo. El liderazgo del conjunto olívico llega a las manos de su hija, Marián Mouriño Terrazo, tras la aprobación por el nuevo consejo de administración.
Llegada y caída a los infiernos
El empresario vigués tomó las riendas del club un 18 de mayo de 2006 con una deuda de 92,4 millones de euros. Carlos Mouriño no pudo evitar el descenso a Segunda División en el año de su debut. En la categoría de plata, el Celta tuvo que hacer frente al débito sin la gran ayuda de los derechos televisivos. Se salvó sin especiales apuros, pero no fue así la temporada siguiente.
En pleno 2009, el Celta tuvo el momento más delicado de sus 100 años de vida. El club se encontraba en la más absoluta ruina y dentro del césped, los resultados del momento enviaban al Celta de Vigo a Segunda B. Una agónica victoria en Balaidos frente al Alavés certificó la permanencia y evitó la tragedia.
Poco a poco, la política económica fue haciendo frente a la deuda y logró devolver al cuadro celeste a la élite del fútbol español. En seis años, Carlos Mouriño había conseguido impedir la disolución del Celta de Vigo y lo había devuelto a Primera División.
Natxo Insa, Berizzo y Old Trafford
El RC Celta volvía a jugar en Primera y el dinero comenzaba a pasar a un segundo plano después de unos años muy duros en Vigo. Los jugadores comenzaron positivamente la campaña, sin embargo, las victorias no eran las suficientes y el técnico del ascenso, Paco Herrera, fue cesado en febrero de 2013. Su sustituto, Abel Resino inició una dinámica muy positiva que puso al RC Celta en la última jornada con un 4,01% de posibilidades de descencer. Natxo Insa fue el encargado de marcar ese histórico gol, que sumada a la victoria de la Real Sociedad en Riazor, salvaba al Celta del abismo.
Después de una buena temporada de Luis Enrique con jugadores de la talla de Nolito o Rafinha, Carlos Mouriño decidió traer al banquillo del Celta a Eduardo Berrizzo. En su primer año al frente, el ‘Toto’ Berizzo luchó por los puestos europeos hasta el final y llevó a los suyos a semifinales de Copa del Rey. Esa quinta de futbolistas, varios de ellos canteranos que habían jugado en Segunda División, lograron clasificarse para la Europa League en 2016.
El Celta de Berizzo había traído de nuevo las noches mágicas a Balaidos, y en gran parte, gracias al papel de su presidente. ¿Quién imaginaba en 2009 que el mismo césped en que se celebró la permanencia iba a albergar unas semifinales continentales? Nadie era capaz de fantasear con ello y Carlos Mouriño fue capaz de hacerlo realidad. En el ‘Teatro de los Sueños’ cayó honroso el RC Celta, después de volver a maravillar al mundo al estilo del Eurocelta.
Críticas de la grada, pero en Primera División
En tres de las últimas seis temporadas, el RC Celta mantuvo su plaza en Primera División en la última jornada con proyectos deportivos muy buenos, que en absoluto lo terminaron siendo. Seguramente fue en 2019, con A Nosa Reconquista, cuando los lazos entre el dirigente y bastantes abonados se rompieron definitivamente. La directiva movilizó a toda la ciudad y después de arropar a la plantilla en aquel complicado momento, las decisiones deportivas y extradeportivas que se tomaron no fueron las adecuadas.
La venta constante de canteranos a bajos precios, la falta de ambición, los enfrentamientos diplomáticos con jugadores y la nula comunicación con los celtistas terminaron agotando la paciencia de buena parte del celtismo.
Aquel empresario que vino en el peor momento abandona a sus ochenta años el club de su vida tras darle la estabilidad económica que tanto necesitaba.