El noveno Roland Garros de Nadal en 2014 maquilló una temporada de muchos altibajos en la que las lesiones jugaron su papel habitual
Hay un hecho irrefutable en la carrera de Nadal. No importa cuál esté siendo el nivel de Rafa, cuál sea su dinámica o rendimiento reciente que, en cuanto pisa Roland Garros, se transforma. Y, es que, el torneo parisino se adapta perfectamente a sus condiciones, como si fuera el patio de su casa. 2014, una temporada llena de altibajos y claroscuros, no iba a ser menos. Aún cuando menos victorias y títulos estaba aglutinando en su superficie favorita supo tirar de coraje y orgullo para levantar la novena Copa de los Mosqueteros. Se dice pronto.
La temporada, para el balear, comenzó con un sabor tremendamente agridulce. No tendía a ganar el primer torneo que disputaba, habitualmente en Doha. Pero en esta ocasión sí que lo hizo. Parecía ir lanzado hacia su segundo Open de Australia, a convertirse en el primer jugador de la historia en levantar dos veces cada uno de los cuatro Grand Slams. Su rival en la final, Wawrinka, no era un peligro, pues lo había derrocado en las doce ocasiones anteriores. Sin embargo, un tirón en la espalda en la primera manga torció todos los planes.
«Me frustró muchísimo perder la final de Australia 2014 contra Wawrinka. Me rompí, me lesioné la espalda en el primer set. Eso sí que me hundió. Me dejó tocado durante bastante tiempo. ¿Por qué? Porque no pude ni competir», recordaba años más tarde. Para él fue incluso más dura que la del 2012 ante Djokovic, pues en esa apenas pudo competir. Y, es que, el balear terminó el partido por respeto a la organización y a los aficionados, no porque tuviese verdaderas opciones de alzarse con el título. Tampoco se debe desprestigiar a Stan, que venía de tumbar a Djokovic en los cuartos de final.
Noveno Roland Garros
Quiso salirse de lo común con tal de recuperar la alegría y las sensaciones. Por ello acudió a Río de Janeiro y, en el famoso torneo en el que Carlos Bernardes no le dejó ir al vestuario para cambiarse el pantalón, se hizo con el título. Los problemas empezarían más tarde. Combinaba grandes semanas, prolíficas a nivel de juego y resultados, con otras decepcionantes. Final en Miami, primera ronda en Indian Wells. Título en Madrid y derrotas prematuras tanto en Montecarlo como en Barcelona. Incluso en la capital española le llega el galardón de rebote, pues Nishokori comandaba el marcador hasta su lesión.
Fuente: Photo by Scott Barbour/Getty Images
Más o menos merecido, aquel resultado le dio alas a Rafa. El resultado o la cercanía con Roland Garros. La final de Roma cayó del lado de Djokovic, pero en el rostro del balear ya se vislumbraba una sonrisa. Sabía cómo meterle mano al serbio, qué puntos tocar para afinar de cara a la gran cita. Y, varias semanas más tarde, en la Philippe Chatrier, le dio de su propia medicina. Victoria en cuatro mangas tras perder la primera. Ni se inmutó. La sangre fría del campeón, una vez más. Ya iban nueve, tres más que el antiguo récord de Borg.
Esta vez la muñeca
Poco le duró la alegría a Nadal en aquel fatídico 2014. Tras caer en primera ronda de Halle, un nuevo percance le aguardaba en los octavos de Wimbledon. No era solo que Kygrios, por aquel entonces 144 del mundo, lo despachase en cuatro mangas, sino que se produjo una lesión en la muñeca en aquel envite. Sufrió una desinserción de la vaina de la muñeca derecha. En lo referente al tiempo, tres meses de baja. Prácticamente supuso el punto final a su temporada, pues, en su vuelta a las pistas, estuvo muy lejos de su mejor nivel. Se trataba más de una preparación para el siguiente que otra cosa.
Y, es que, más allá de lo doloroso que resultó perderse el US Open, Grand Slam en el que defendía título, su balance en los últimos meses fue paupérrimo. Cuatro victorias y tres derrotas en un mes de octubre que finalizó con nuevas molestias que le llevaron a tomar la decisión de bajarse de cara a la Copa de Maestros. Al fin y al cabo, el 2014 terminó de la misma forma que arrancó, con una lesión que le alejó de un sueño, de un objetivo. Metáfora que explica y evidencia la cruenta relación de Rafa con las lesiones.
Fuente: Photo by Al Bello/Getty Images
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