El 2011 de Nadal estuvo marcado por una tempranera lesión de abdominal en Australia y por las seis finales perdidas frente a Djokovic
Federer acabó llorando tras la final del Open de Australia 2009. Rafa Nadal, un joven de Manacor, le había quitado el trono internacional y, lo que es peor, comido toda la moral. No encontraba fisuras en su juego y, además, tampoco daba con la fórmula de responder a derechas, de zurdo, sobre su revés a una mano. Era el único que le estaba haciendo morder el polvo una y otra vez. Nadal no lloró en el 2011, pero las sensaciones pudieron ser las mismas. Tuvo que ver como Djokovic levantaba a su lado seis títulos, mientras el se tenía que conformar con el trofeo más pequeño.
Previo a ello, su temporada ya empezó por el mal camino: con una desafortunada lesión en el abdominal. Doha, como ya era habitual, significó el punto cero de su maratón particular. Un lugar en el que importaban más las sensaciones que el resultado. Davydenko lo derrocó en `semis´. Reseteo total y a por el Open de Australia. En Melbourne estaba sacando su mejor tenis desde el US Open, pero una carrera hacia la red en el tercer juego de los cuartos de final lo cambió todo. Rotura de fibras abdominal y, aunque terminó el encuentro ante Ferrer por respeto, sus opciones eran nulas.
Comienza la era Djokovic
Regresó Rafa a las pistas dos meses más tarde con motivo de los clasificatorios de la Copa Davis. Los belgas, los rivales en dicha fase, no tuvieron opción alguna ante la tetracampeona. Los dos partidos disputados, frente a Rochus y Bemelmans, ambos fuera del top 100, le sirvieron para coger ritmo. Llegó a Indian Wells y Miami lanzado, habiendo dejado la lesión completamente olvidada en el pasado. El problema: Djokovic. El serbio, con quién compartió escenario en ambas finales, lo apartó del título. Las dos se fueron a la tercera manga y, sobre todo la de Miami, decidida en el tie-break, fue más dolorosa.
Fuente: Photo by Matthew Stockman/Getty Images
Miami es, precisamente, uno de los poquísimos torneos del que Nadal no puede presumir en su museo. Quizás aquel 2011 fue cuando más cerca lo tuvo. `Nole´ había podido con él en dura, pero se esperaba que en tierra batida fuese Rafa el dominador. Y, en parte, lo fue. Pero no del todo. Se repartieron dos torneos para cada uno antes de la gran cita, de Roland Garros. Rafa ganó en Montecarlo y Barcelona, mientras que Novak lo hizo en Roma y Madrid. Eso sí, los dos cara a cara se los llevó de nuevo el serbio, de nuevo en la final. París no dirimió un duelo entre ambos, pues Federer pudo con el de Belgrado en la antesala de la final esperada. El balear si que le tenía tomada la medida al suizo.
Curiosamente, el partido en el que más sufrió Nadal fue el de primera ronda. Isner, un joven norteamericano que ostentaba un saque terrible, hizo tambalear la gesta del español. Ni con esas lo tumbaron. Igualó a Borg en tan solo siete participaciones en la Philippe Chartier. Lo que otros tildaban de imposible hacía una década, para Rafa parecía sencillo. La gira de tierra fue más de lo mismo. Queens sirvió de preparación y Wimbledon, donde defendía campeonato, la prueba de fuego. ¿Quién lo derrocó en la final? Sí, lo habéis adivinado: Novak Djokovic.
La Copa Davis, el mejor refugio
Al igual que la pasada temporada, descansó Rafa algo más de un mes para resetear su cuerpo y su cabeza. Este año no había mundial de fútbol de por medio para evadirse y, el resultado, distó del de 2010. Pasó desapercibido por Montreal y Cincinnati. Primera ronda en uno y cuartos en el otro. No era, ni mucho menos, la mejor forma de llegar al US Open. Allí, en Nueva York, también defendía título. Su hambre, insaciable, y su forma de ser, de animal competitivo, le permitieron llegar a la final. Ahí emergió su bestia negra, le esperaba con la guadaña. Y, por mucho que Rafa forzase la cuarta manga, todos los allí presentes parecían tener claro que ese era el año de Djokovic.
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Tampoco revalidó entorchado en Tokio y, en las ATP Finals, dio un papel bastante pobre. No pasó de la fase de grupos, ronda en la cual perdió ante Tsonga y Federer. Al primero ya lo había derrocado previamente en las semifinales de la Copa Davis, pero en pista dura se le hizo cuesta arriba. Las finales de la máxima competición por naciones, en Sevilla, le aguardaban con los brazos abiertos. Allí donde empezó todo, donde explotó como jugador en 2005, recuperó la sonrisa tras un 2011 complicado. Una extenuante batalla de más de cuatro horas con su amigo Juan Martín del Potro dio paso a una celebración única, la de la quinta Ensaladera para España.
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