El 2005 fue la primera gran temporada de Nadal en la élite, consiguiendo once títulos y el primero de sus catorce Roland Garros
2005, el año en el que Nadal recibió de las manos de Zidane su primera Copa de Mosqueteros. Inimaginables eran las 13 que le procederían, que ese adolescente rompedor iba a tener una carrera de veinte años en lo más alto del tenis mundial. El estilo de Rafa, sobre todo en tierra batida, rompía todos los moldes. La perfección, exactitud y elegancia que desprendía Roger Federer, chocaba de lleno con la que comenzaba a ser su némesis. Ese chico alocado, de melena, sin mangas y con apariencia de ser el protagonista de un tebeo que se desarrolla en un gimnasio.
Su tercera temporada en la élite, la primera a gran nivel, será recordada como una de sus mejores. Fue la irrupción definitiva, la confirmación de que lo de la Copa Davis de Sevilla no había sido suerte de un día. Once títulos, su primer Roland Garros…y una lesión que casi termina con su carrera. Así, en un año, el resumen de toda una carrera tenística. El pundonor y la resiliencia de seguir cuales sean los obstáculos. El sacrificio y el esfuerzo de encontrar motivación una vez tocó la élite.
Una gira de tierra espectacular
Después de los torneos oceánicos, donde Rafa cayó en el Open de Australia ante Hewitt, comenzó la verdadera temporada para Nadal. Carburó en Sudamérica con sus dos primeros títulos en Acapulco y Brasil para, tras un breve paso por Estados Unidos, triunfar sobre la arcilla europea. Tan solo una derrota en Buenos Aires ante Gastón Gaudio le privó del pleno. Sobre aquel choque circula una leyenda negra que promovió el propio jugador argentino. El balear destaca por no haber roto ni una raqueta a lo largo de todos sus años en el tenis, pero Gaudio asevera que aquella tarde destrozó siete en los vestuarios tras la derrota.
Fuente: Photo by Phil Cole/Getty Images
Cierto o no, la ira de Buenos Aires la canalizó con su mejor tenis meses más tarde. Título en Montecarlo endosándole un 6-3, 6-0 a Gaudio en cuartos; título en Barcelona en una final épica con Ferrero y título de nuevo en Roma. A orillas del Mediterráneo cayó Guillermo Coria en ambas finales. Se presentaba a su primer Roland Garros como uno de los principales favoritos y, el debate sobre si aguantaría la presión, estaba más que presente. Nunca había estado en París, pues los dos años anteriores se encontraba lesionado.
El resultado fue dos semanas de absoluta exhibición. Primeras rondas sin ceder ni un solo set y barriendo por completo a su gran rival en categorías inferiores, Richard Gasquet. Y una segunda de más pelea, pero en la que nunca se vio abocado al desempate decisivo. Federer, en semis, y un sorprendente Mariano Puerta, en la final, se rindieron al recién entrado en la mayoría de edad. Era un tenis agradable a los ojos del espectador, certero y que brindaba un espectáculo único. Zidane le entregaba su primera Copa de Mosqueteros en una instantánea que ha transcendido a la historia del deporte internacional.
Madrid y una grave lesión
Le costó a Rafa brillar en hierba, pues tan solo disputó Halle y Wimbledon. Primera ronda en el primero y segunda en el All England Club. Faltaban años y experiencia para adaptarse a dicha superficie. Regresó a su zona de confort para hacerse con los torneos de Bastad y Stuttgart antes del segundo periplo norteamericano. Un final de temporada muy variopinto y más propio de una montaña rusa que otra cosa. Ganó en Montreal y cayó en la primera ronda de Cincinnati. Ganó en Pekín, pero cayó en tercera del US Open. Y Madrid como guinda del pastel.
Venció en la capital española cuando todavía era un torneo de pista dura. La final, a cinco mangas, fue una de las primeras grandes remontadas de Nadal en el circuito. Perdía dos mangas a cero frente a Ljubicic y, cuando todo parecía perdido, sacó fuerzas y corazón para acabar llevándoselo en el tie-break del quinto. Aquel día, los que todavía no le conocían, se dieron cuenta de que estaba hecho de otra pasta, de que iba a marcar una época. Porque, más allá de su juego, era un líder mental.
Fuente: Photo by Clive Brunskill/Getty Images
Tuvo que bajarse de la Copa de Maestros por una lesión por unas molestias que se acenturaron tras el esfuerzo de la final en Madrid. Los médicos le diagnosticaron el síndrome de Muller Weiss, el mismo que le ha perseguido a lo largo de los años. Se trata de una enfermedad degenerativa que va deteriorando la articulación y por la que muchos expertos le recomendaron dejar el deporte. En aquella primera `cita´ le dejó varios meses fuera de las pistas, perdiéndose el incio del 2006.
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