Benjamin Hassan se convertirá el próximo lunes en el primer tenista libanés de la historia que disputa los Juegos Olímpicos
Los Juegos Olímpicos, más allá de tratarse de una congregación de las mayores estrellas del deporte, dejan historias encomiables que, en la mayoría de las ocasiones, pasan desapercibidas. Líbano, un país aterrado y atacado por Israel de forma continua en los últimos tiempos, gozará de nueve representantes en ocho disciplinas diferentes en París. Cada uno de ellos lleva consigo un pedacito de su tierra, la cual tienen que abandonar para seguir con su carrera deportiva. La natación, con Simon Doueihy y Lynn El Hage, será el único deporte con doble manifestación de la bandera libanesa.
El tenis es una de las disciplinas que más expectación está generando en esta semana previa al arranque de la competición, pues será el último baile de los Nadal, Djokovic, Murray…En la villa olímpica, lugar en el que residen la mayoría de los deportistas, la mayoría de los focos se centran en Alcaraz y Nadal, quiénes formarán pareja de cara al dobles. Sin embargo, el particular camino de Benjamin Hassan, el primer libanés de la historia que acude a una cita olímpica, tampoco debería pasar desapercibida.
Nació en Alemania, pero sus padres son libaneses, ha vivido las penurias de los suyos desde la distancia. Jugó al tenis desde bien pequeño, pero a los 12 años perdió la motivación y lo abandonó por completo. Un decenio después, con 22, se reenganchó al deporte de la raqueta y, en menos de una temporada, ya era top 500. «Cuando empecé dije que lo hacía por diversión y que, si no me lo pasaba bien jugando, dejaría de competir. Esa era mi motivación, necesito que sea divertido para ser bueno en ello”, comentaba sobre aquellos inicios.
Los Juegos Olímpicos, el gran sueño
Tokio 2020 se convirtió en una pesadilla para él, pues una lesión a quince días de la gran cita le obligó a bajarse de la competición. Su persistencia y esfuerzo le han llevado a recibir una plaza de universalidad por parte de la ITF. Estas se tratan de una serie de billetes concedidos a «las naciones infrarrepresentadas«. Benjamin Hassan fue el primer elegido para cubrir dicho hueco en el cuadro masculino, mientras que Danka Kovinic, montenegrina, fue la fémina seleccionada.
El libanés es el 169 del ránking actualmente, ostentando como mejor plaza el 143 del pasado mes de junio. Aunque no esté siendo capaz de mostrar la regularidad necesaria para acceder y asentarse dentro del top 100, Benjamin Hassan tiene picos de forma muy superiores a lo que se podría esperar de un top 200. Esta misma temporada ya ha sido capaz de vencer a jugadores de la talla de Bernabé Zapata, Cazaux o Garín; y de llevar a la extenuación a Mpetshi Perricard.
Sueña con alzar la bandera de su país hasta lo más alto y, por qué no, firmar una de esas historias que sean recordadas para la historia de la Olimpiadas. Mónica Puig, quién se alzase con el oro en Río 2016 siendo una absoluta desconocida, podría ser una inspiración para el libanés. Sea como sea, el mero hecho de acudir a París a sus 29 años tras haber arrancado tarde y con multitud de problemas económicos, es ya una absoluta victoria para Benjamin Hassan.
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