Musetti reaparece en la gira de hierba, colándose en las semifinales de Wimbledon tras haber disputado la final de Queens
Lorenzo Musetti, ese joven a quién muchos catalogan como la eterna promesa, es un año menor que su compatriota Jannik Sinner. Sus prestaciones, en el último año, han dejado mucho que desear, siendo el principal motivo por el había quedado en el olvido del gran público. Se caracteriza por ser un jugador capaz de lo mejor y de lo peor en un mismo partido. Buen ejemplo de ello fue su derrota ante Novak Djokovic en Roland Garros 2021 después de ir dos sets arriba. Se acabó retirando a dos juegos para la conclusión en un escenario bochornoso, pues su contrincante le endosaba un parcial de 6-1, 6-0, 4-0.
Mañana gozará de una nueva oportunidad de redimirse de esa ocasión o de la hace un mes en la Philippe Chatriér, donde también dejó escapar al serbio cuando le tenía ahogado. Su rival llegará más descansado tras la baja de Alex de Miñaur, pero la edad y la frescura deberían jugar a su favor. En hierba, superficie en la cual la bola no pica tanto y no le hace tanto daño a su revés a una mano, se siente, aparentemente, más cómodo.
Musetti es una rara avis, un guardián del revés a una mano, el más joven de la élite en conservarlo. Una característica que le hace especial, pero que no ha sido suficiente para tener que vivir ala sombra de Sinner. Ahora, con su compatriota eliminado, se rige como el principal representante de su país junto a Jasmine Paolini en el femenino. Una manera de, además de escalar puestos en el ránking a pasos agigantados, recuperar el amor de sus paisanos.
Una gira encomiable
Marchó de Roland Garros por la puerta de atrás después de un año para olvidar. Daba la sensación de que solo lograba victorias en Challenger, que el ATP ya no estaba hecho para él (y eso que era el 30 del mundo). Las lesiones tampoco le respetaban y, entre unas cosas y otras, llegó con un balance negativo a la hierba dentro del circuito. La tendencia cambió por completo en apenas una semana. Stuttgart, donde se cargó a Bublik, fue la reivindicación y Queens, colándose en la final, la confirmación.
Cierto es que su cuadro en Wimbledon no ha sido el más exigente posible, que sus rivales no ostentaban unos números envidiables, pero su carácter ha sido inmejorable. Musetti ya no es el jugador que venció a Alcaraz en la final de Hamburgo hace dos años, es otro mucho más centrado, más metódico. Ayer, ante Fritz en cuartos, demostró ser capaz de levantarse y competir sean cuales sean las circunstancias, una evolución de ese niño irregular previo.
Djokovic es la prueba definitiva, el partido que puede convertirse en un punto de inflexión en su carrera. Ese día en el que pase de ser un muy buen jugador, entre los 20-30 mejores del mundo, a una estrella, a colocar su nombre entre los más grandes del panorama actual. El dice «tener posibilidades» de derrocar al número 2 del mundo, solo le hace falta demostrarlo. Pese a ello, aunque pierda de forma clara, el lavado de cara en esta gira de hierba es, cuanto menos, revelador.
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