Alcaraz y Sinner se enfrentan esta tarde (14:30) por lugar en la final de Roland Garros, torneo que se les resiste a ambos
Dos jugadores llamados a marcar una época, los herederos del Big3, comparados hasta la saciedad con sus ídolos, pero que se han ganado el derecho a ser conocidos por méritos propios. Jannik es mayor, pero Carlos ha sumado más grandes hasta el momento. Sinner es el número 1 actualmente, pero Alcaraz lo logró primero. La igualdad entre ambos es milimétrica, incluso en los precedentes. Ocho veces se han enfrentado, cuatro veces se ha decantado la balanza para cada lado. Eso sí, la única en tierra, en la final de Umag de 2022, el título lo levantó el transalpino.
Carlitos es más dicharachero, más imprevisible y expresivo, Sinner recuerda más a un robot, serio e indetectable. Estilos contrapuestos, uno con un juego más plano y otro más prototipo de tierra batida, más made in Spain. El hecho de jugar de día favorece más al murciano a priori, aunque tratándose de dos animales competitivos las condiciones pasan a un segundo plano. El que gane llegará a la final con el cartel de favorito y tendrá la oportunidad de coger el testigo de líder de la nueva generación.
¿Cómo llega Alcaraz?
El español no llega con las mejores sensaciones de su carrera, la pasada temporada aterrizó en la misma ronda desplegando un tenis mucho más vistoso. Sin embargo, el tenis es impredecible y las semifinales con Djokovic de 2023 son el ejemplo perfecto de ello. Quizás, siendo menos favorito y sin tantos focos sobre su figura, se desenvuelve mejor Alcaraz. El martes, tras su encuentro con Tsitsipás, mandó la patata caliente al italiano, aseverando que él es “el mejor del mundo”.
Las desconexiones, como la vivida en la segunda ronda con De Jong, son la principal preocupación de un Carlitos que, si es capaz de cometer pocos errores con su revés, tendrá posibilidades de derrocar a su oponente. Sus opciones pasan por hacer sentir incómodo a Jannik, cambiándole mucho las alturas y el ritmo, pues si le juega al nivel de la cadera será muy complicado encontrarle las cosquillas.
El espejo deberá ser, quizás, el choque de octavos frente a Auger-Alliassime, donde fue capaz de desplegar un tenis efectivo y convincente. El físico y la evolución de su antebrazo también podrían jugar un rol importante en el desenlace. Cane resaltar que tanto Alcaraz como Sinner llegaron entre algodones a Roland Garros, uno por el antebrazo y el otro por la cadera. Las experiencias, pese a su corta edad, deberán florecer en los momentos críticos.
¿Cómo llega Sinner?
Sereno, efectivo, extrayendo el máximo de cada situación. Sinner no es ese tipo de jugador que se abona a las remontadas, a la heroica o a lo épico sino lo necesita, sino que prefiere ir al grano y arrollar sus rivales por la vía rápida. En su camino a semifinales tan solo ha sufrido una hora frente a Moutet, que logró sacarle de su plan de partido a base de golpes totalmente imprevisibles e inverosímiles.
Incluso en esos momentos de sufrimiento, se comportó como un absoluto caballero Jannik. Ni un gesto, ni un grito, ni una muestra de disconformidad, trabajo, trabajo y trabajo para recuperar lo perdido. Su 2024 es para enmarcarlo hasta el momento, irguiéndose como una realidad y no un proyecto o promesa en Australia y gozando de un 28-2 de balance hasta la fecha. Sus números meten miedo, pero una de esas dos derrotas fue por culpa de Alcaraz.
Sus posibilidades pasan por llevar el choque a un escenario muy ordenado y lineal, de intercambios similares en el que la bola no pique mucho y sea más bien plana. Ahí sería cuando los palazos del transalpino harían más daño, aunque ya ha demostrado que es capaz de ofrecer distintos registros. De salir airoso, gozaría de la oportunidad única de levantar los dos primeros grandes del año, hazaña a la altura de muy pocos.
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