Nadal se aprovechó de la inexperiencia de un Darwin Blanch, de menos a más en el encuentro, para acceder a la segunda ronda de Madrid (6-1,6-0)
Si alguien se pensaba que Nadal iba a saltar a la Manolo Santana a pasearse y despedirse estaba muy equivocado. Bien es cierto que el errático choque de Blanch no hace que se puedan sacar demasiadas conclusiones, pero eso no quita que al partido del balear no se le pueda poner un pero. Un choque que recordó mucho al que emparejó al propio Rafa con Alcaraz años antes, pues al otro lado de la red se encontraba una futura estrella todavía muy prematura.
La Caja Mágica, que había agotado las entradas para la jornada de hoy desde hace varios días, tampoco defraudó y se sumó a la fiesta de Nadal. Sin estar excesivamente suelto y con una movilidad asombrante sacó el partido desde la experiencia, jugando para ganar y no para enamorar. Ahora espera De Miñaur, su bestia negra en Barcelona. Todo lo que venga será un regalo para el mejor deportista español de todos los tiempos.
Primer set: La experiencia es un grado
Enfrentarte a Rafa Nadal con 16 años en el que puede ser su último partido en España, con la Manolo Santana a rebosar y sin ser un especialista sobre tierra batida es una tarea muy complicada de afrontar. Darwin Blanch lo vivió en sus propias carnes en el arranque del partido en Madrid. El norteamericano, afincado en nuestro país, saltó a la pista como un flan, nervioso y atenazado por la magnitud de la cita. Tres juegos le costó sumar un punto a su casillero que no fuera de saque directo, su mejor arma.
Lo cierto es que a Nadal tampoco se le veía especialmente cómodo, lento desde el fondo y probando sin éxito. Sin embargo, los siete errores no forzados del recién llegado al top 1000 le hacían no tener que sudar si quiera para ir holgadamente por arriba en el marcador. El paso de los minutos y de los peloteos permitía ir deshaciendo el nudo de nervios que tenía atado al estadounidense. Se hizo con su primer juego a la segunda oportunidad con su servicio, pero lo cierto es que el balear lo dominaba claramente desde el fondo.
No volvió a sumar un juego más en lo que restó de manga debido, en parte, a las buenas sensaciones que transmitía Nadal con el paso de los minutos. Su derecha alta hacía mucho daño sobre ambos lados del joven norteamericano totalmente perdido por la pista. El abultado número de errores forzados y la baja efectividad con su saque eran sus principales problemas. Eso sí, dejó algún detalle de su enorme calidad con, sobre todo, un resto inverosímil.
Segundo set: Todo sigue igual
El descanso no generó ningún cambio en lo que se venía viendo en la primera media hora. Blanch se soltó y empezó a pegarle más fuerte a la bola, arriesgando y consiguiendo así puntos de gran mérito. Una actitud alabable, pero insuficiente cuando al otro lado de la red está Rafa Nadal. De poco sirve protagonizar golpes envidiables si van precedidos de una doble falta o de un error grotesco. Y, eso justamente, es lo que le estaba ocurriendo al adolescente en el día de hoy.
Ni Ferrero, hoy en el box de Darwin al ser un chico de su academia, era capaz de calmar los nervios que circulaban por dentro del espigado cuerpo del norteamericano. Más allá de perder los dos primeros juegos, el tercero es el que más daño le generó. Después de salvar varias bolas de break echó a perder su esfuerzo de una forma deleznable. 6-1, 4-0 en menos de una hora, una losa tremenda.
Visto y no visto. Apenas una hora es lo que tardaron ambos jugadores en volverse a encontrar en la red para saludarse. Pocas conclusiones se pueden sacar más allá de que Nadal seguirá siendo muy superior a gran parte del ránking aun estando muy lejos del 100%. Los números de Blanch han sido impropios de su nivel, hecho que tampoco debe desacreditar al norteamericano. Chapeau por ambos, uno sumando experiencias y otro regalándose más tiempo con su gente.
Ahora llega De Miñaur
El test definitivo, o al menos relevante, llegará este sábado para Rafa. El azar del sorteo ha querido que el balear se vuelva a ver las caras con Alex De Miñaur, el encargado de enseñarle la puerta de salida en el Conde de Godó. Al australiano le favorecen más las condiciones de Madrid de lo que lo hacían las de la Ciudad Condal, pero la lógica también indica que la actitud, nivel de riesgo y juego de Nadal vaya in crescendo.
Sea como sea, podría tratarse de la última presencia de Nadal en la Caja Mágica, pues ayer ya disipó las dudas sobre su futuro estableciendo que este es su último año en la capital. Habrá un ambiente envidiable de nuevo para ver al manacorí de cerca en el que será un escalón muy superior. Disfrutar y hacernos disfrutar sin pensar en mañana.