Las lesiones de Carreño, Bautista, Nadal y compañía han generado una hecatombe en el tenis español, que pasa por su peor momento desde 1989
Es indudable que la época dorada de nuestro tenis se quedó en la segunda década del s XXI, que ya lleva unos años en declive, a la baja, pero esta semana pasada se ha tocado fondo. Este lunes, como cada primer día de semana, se actualizó el ranking ATP… y mostró una cara nueva y diferente, pues por primera vez en 35 años menos de seis tenistas españoles aparecen entre los 100 primeros clasificados. Además, dentro de los cinco elegidos, tan solo dos se encuentran dentro del top50.
Los números, pésimos y preocupantes, tampoco reflejan la realidad con todas las de la ley. Albert Ramos está a punto de regresar entre los 100 primeros y Pedro Martínez Portero, si nada raro ocurre, ascenderá de nuevo bastantes posiciones. A esto hay que sumarle la larga ausencia de Carreño que le ha hecho desaparecer del ránking y la dolorosa pérdida de Rafa Nadal. Sin embargo, las lesiones y destierro de jugadores tampoco deben esconder una situación más que peligrosa.
El daño de la `Nadaldependencia´
Los aficionados españoles llevan veinte años malacostumbrados a que un jugador siempre llegue a las últimas rondas de todos los torneos. No importaba cuál fuese la actuación del resto de la armada que Nadal acabaría, como siempre, sacando las castañas del fuego a los nuestros. Alcaraz será, seguramente, un jugador que marque una época y levante muchos grandes títulos, pero nunca será Rafa. La presión que ha sufrido, en parte por las comparaciones con su ídolo, es uno de los motivos de este pequeño bajón que ha pegado el murciano desde Wimbledon.
La temporada pasada, con la baja de Rafa, se tendió a aplicar la `Alcarazdependencia´. Sin embargo, como ya se ha mencionado previamente, se trata de una responsabilidad muy grande, compleja de sobrellevar para un recién llegado al circuito, por muy bueno que sea Carlitos. El único escudero que parece poder dar alguna que otra alegría a la hinchada española es Davidovich, pero por el momento su irregularidad se lo está impidiendo.
Los otros tres integrantes españoles del top 100 son Roberto Carballés, Jaume Munar y Roberto Bautista. La edad media de los tres sobrepasa los 30 años, por lo que su longevidad en el circuito no es preocupante, pero sí su versatilidad. Los casos de Carballés y Munar son muy evidentes, al sumar la mayoría de sus puntos en polvo de ladrillo, factor que les dificulta la posibilidad de entrometerse entre los mejores del mundo.
Un principio de siglo inolvidable para el tenis español
Las penurias y críticas aumentan por el exquisito nivel que ha mostrado el tenis español a lo largo de todo el siglo. Si nos remontamos al año 2001, vemos 10 españoles entre los cincuenta y dos primeros y quince en total dentro del top 100. Unas cifras que, en aquel momento, parecían normales e incluso no se les daba la importancia que merecían, más aún si las comparamos con las actuales.
Tampoco hace falta retrocederse tanto en el tiempo para notar el contraste, pue hace exactamente diez años, en el 2014, también disfrutábamos de diez tenistas entre los 50 mejores. Nadal, Ferrer, Almagro, Verdasco, Andújar, Robredo…Granollers y Marc López en el dobles, el plantel era inmejorable. El buen trabajo dio sus frutos y, unas pocas temporadas antes, España levantó hasta en tres ocasiones la Copa Davis (2008, 2009 y 2011).
La culpa de este bajón no ha sido de estas estrellas que, con los años, han ido cayendo por su propio peso, sino de las pocas promesas que han llegado por abajo. Más allá de los ya mencionados Alcaraz y Davidovich, nadie nuevo ha resaltado en los últimos años. El origen del problema podría estar en la base, en las múltiples escuelas y academias que cubren la península, aunque consta que en las últimas temporadas se están modificando ciertos aspectos para que la dinámica repunte.
¿Hay esperanza en el futuro?
Todo hace indicar que los próximos años serán los que peor nivel medio despliegue el tenis español, pero la realidad es que nuestro país goza de una generación muy prometedora que viene pisando fuerte. Daniel Rincón, Daniel Mérida, Pablo Llamas, Alejandro Moro y, por supuesto, Martín Landaluce son los llamados a salvar la crítica situación en la que nos encontramos. Se trata de unos jugadores que oscilan los 21 años de media, a excepción de Landaluce que apenas acaba de cumplir la mayoría de edad.
La mayoría de ellos están inmersos en el circuito Challenger, la antesala del ATP y una buena semana les puede propulsar, de una vez por todas, a jugar con los mayores. No son tenistas de la talla de Alcaraz o Nadal, con unos niveles de precocidad asombrosos, sino que siguen su propio camino y proceso de maduración. Los casos de Díaz Acosta o Navone en las últimas semanas pueden serviles de inspiración, pues hacer el torneo de sus vidas les ha permitido asentarse en el circuito profesional.
El más prometedor, sobre el papel, es Martín Landaluce, quién consiguió su primera victoria en Challenger esta misma semana. La expectación puesta sobre el madrileño es máxima, pero él tiene claro que debe ir con paciencia y cautela. Sea como sea, nuestros nuevos jóvenes, al menos sobre el papel, no auguran ser grandes top 10 o regularmente ganadores de torneos, pero sí prometen un buen nivel de tenis que permita disfrutar y vibrar a la afición española.
Estados Unidos y Francia, los ejemplos a seguir
Los claros dominadores del tenis actualmente son los estadounidenses, sus siete representantes entre los cincuenta primeros así lo evidencian. Un cambio asombroso respecto a hace apenas cinco años, donde tan solo gozaban de ocho tenistas entre los cien primeros del ránking. La evolución y crecimiento de su nivel deportivo no es casualidad, sino es fruto de un buen trabajo en la base y en las categorías inferiores. Las irrupciones de Shelton, Tiafoe, Fritz, Michelsen o Korda son, simplemente, el aperitivo de la nueva máquina de fabricar estrellas.
Las diferencias con Estados Unidos son odiosas, y se podría recurrir al tamaño y población de cada territorio para explicar el fenómeno. Sin embargo, el país colindante a España, Francia, también da mil vueltas a los nuestros en la actualidad, siendo las circunstancias de ambos análogas. Los galos cocinan futuras estrellas como si de churros se tratase y a unas velocidades dignas de estudio. Fils, Cazaux, Van Assche, Umbert… los nombres hablan por sí solos.
Ambos países deben ser tomados por España como ejemplos a seguir, aunque sin perder la esencia de nuestro tenis. El deporte va por rachas, dinámicas y épocas, y, sino que se lo digan a Argentina, territorio que ahora disfruta de hasta ocho jugadores dentro del top 100. Lo curioso de los albicelestes es que sus nuevos ídolos o destapados no son adolescentes, sino veinteañeros que han tenido un proceso de maduración más lento. Tiempo al tiempo y paciencia con el tenis español.