El Obradoiro suma la undécima victoria consecutiva gracias a un magnífico segundo cuarto (28-11) que dejó el encuentro visto para sentencia
Un equipo, en mayúsculas, que derrocha calidad por los cuatro costados. Es tal la confianza y profundidad de plantilla del Obradoiro que, en un cuarto de inspiración, es capaz de ahogar y enterrar las opciones de cualquiera que pase por Sar. Esta tarde, ante el Alicante, fue el segundo cuarto el afortunado. Diez minutos en los que anotaron 28 puntos, proviniendo veintiuno de ellos desde la línea de tres. Un desastroso último cuarto, fruto de la relajación, empañó la fiesta cocinada en Sar durante la primera media hora.
Lo de la amplitud del conjunto santiagués lo reflejan los números, pues todos los jugadores que disfrutaron de minutos aportaron con, al menos, dos puntos. Tan solo Rati, además del febril Ondrej Balvin, se quedaron sin participar, mientras que Stevic y Faggiano fueron los únicos por encima de los veinte minutos. La undécima consecutiva que, más allá de los habituales nombres propios, habla maravillas de la gestión del equipo. Mantiene, así, el Obradoiro el pie en el acelerador para tratar de asegurar el factor cancha y con el colmillo afilado por si alguno de los de arribe sufre una hecatombe.
Inicio igualado
Diez victorias consecutivas, con la confianza por las nubes tras derrocar a Palencia y Betis de forma consecutiva, pero con la vital baja de Balvin. Así se presentaba el Obradoiro en una nueva jornada intersemanal en Sar. Los alicantinos, tras acompañar gran parte de la temporada al Morón como las cenicienta de la categoría, ahora sueñan con los playoffs. Los ojos en el inicio estaban puestos en la defensa a Larsen, pues la ausencia de Ondrej obligó a que Stevic se emparejase con él en el duelo de la experiencia.
No era Kyle directamente el que hacía estragos, sino a través de la acumulación de jugadores y el pick and roll era donde generaba la ventaja. Los cinco primeros puntos de Faggiano quedaron en cenizas una vez Alicante engrasó la maquinaria después de fallar sus primeros seis intentos. A los Félix Alonso, por su parte, les costaba circular en ataque, imprecisos a la hora de crear superioridades, pero con el triple como salvavidas. El 4/7 en el primer cuarto les permitió irse con tres de ventaja (21-19) pese a que previamente los alicantinos habían conseguido darle la vuelta al marcador (14-17).

Fuente: Redes Sociales `X´ del Obradoiro
El principal problema, a priori, se encontraba en la rotación defensiva tras el bloque directo de King para Larsen. Stevic se quedaba clavado y Brodziansky, el único en pista con capacidad de medirse al `21´, no llegaba al rescate. Sin embargo, más allá del acierto puntual de Mwebe y Kacinas, propiciado de esa ventaja conseguida dentro, los alicantinos eran muy ramplones. Sí, la táctica les estaba dando fruto, pero, ¿hasta cuándo? El paso de las jugadas indicó que el plan B, por mucho que rebuscasen en la maleta, no había pasado el control de Lavacolla.
Festival de triples
Si algo ha demostrado el Obradoiro en estos últimos meses es que, debido a la enorme calidad de la plantilla, es capaz de cambiar una dinámica o sentenciar un encuentro en un abrir y cerrar de ojos. Un arrebato, una simple reacción, fue suficiente para romper el buen inicio visitante y mandarles prácticamente a la lona. Micovic y Barcello avisaron con un arranque de segundo cuarto apabullante al que Ruben Perelló trató de responder desde el banquillo. ¿La respuesta? Un parcial de 20-4 que le obligaba a detener el crono apenas tres minutos después.
Un impasse de tiempo en el que fueron capaces de anotar cinco triples sin fallo, algunos liberados y otros de mucho mérito como el de Varela sobre la bocina. Cerrarían con siete el cuarto, once en total al descanso. Es decir, anotaban y lanzaban mucho más de tres que de dos por el momento, también por la defensa que presentaba Alicante. Sensaciones muy similares al del día de Zamora, cuando querer llevar al equipo gallego a la línea de 6´75 se convirtió en el camino al cementerio visitante.

Fuente: Redes Sociales `X´ del Obradoiro
Reaccionó mínimamente Alicante a través de la pareja King-Larsen (sí, sin mayores amenzas), pero en cuanto Félix Alonso introdujo a Quintela con el fin de detener al norteamericano el río volvió a su cauce. Diecinueve arriba (49-30) y con la afición, un día más, entregada al equipo. Quién les ha visto y quién les ve, pensarían algunos. De la desesperación de aquellos días navideños con las visitas de Ourense o Valladolid en Copa a las palomitas, la fiesta y el disfrute actual. Y, es que, los santiagueses, salvo hecatombe, amarraban la undécima consecutiva.
Segunda parte
El antecedente de la ida, donde el Obradoiro llegó a ir 14 arriba en tierras alicantinas, era el único clavo ardiendo al que se podían agarrar los de Perello. Volver del asueto con dos pérdidas y un parcial de 8-0 en contra transformaba el Kilimanjaro en el Everest, es decir, una faena imposible salvo para algunos elegidos. No, Alicante no se encuentra entre ellos. Larsen, a lo suyo, trataba de que, al menos, la ventaja no sobrepasase los veinte puntos, pero estaba tremendamente solo. Los porcentajes en el tiro exterior (5/18 a mediados del tercer cuarto) cavaban cualquier ínfima opción de reducir la ventaja. Y, es que, hasta con Galán de `5´ frenaban brillaban defensivamente los visitantes.
El toma y daca, con tendencia expansiva, abrió la brecha hasta los treinta (68-38). Como viene siendo habitual en Sar salvo el día de Palencia, el último cuarto resultaba insignificante para ambos conjuntos, la contienda quedaba vista para sentencia. No suponía problema alguno para una afición que, lejos de aburrirse, ovacionaba al grito de MVP a un niño que, en un parón, las enchufaba a pares desde el tiro libre.
La relajación obradoirista en el arranque del último envite se saldó con Alicante reduciendo la distancia hasta los veinte (75-55) y un buen enfado de Félix en la banda. Los visitantes plantaron variantes defensivas causando un apagón local que, de no ser por la ventaja acumulada, podría haberles costado un buen disgusto. Pues, a cinco minutos para la conclusión, se colocaron a once (80-69). El parcial, de 8-26, puso nervioso a más de uno en la tribuna. El susto se quedó en eso, en un susto sin mayores consecuencias más allá ensuciar la imagen y el sabor de un choque que, hasta aquel momento, había sido excelso.
Para informarte minuto a minuto del deporte desde otra perspectiva, SIGUENOS en nuestras redes sociales: