Alejandro Davidovich, pese a su inestabilidad mental, acudiría a las Masters Finals de terminar la temporada ahora
Capaz de lo mejor y de lo peor, incluso en el mismo partido, Davidovich parece encarar la gira de tierra batida con la confianza intacta. Su cabeza, esa que le dice «mierdas» en ocasiones, es el único obstáculo de un jugador que, por nivel, puede poner contra las cuerdas a cualquiera. Tan solo Alcaraz pudo frenarlo en Montecarlo, uno de sus torneos fetiche, y Barcelona se presenta como una gran oportunidad para refrendar el gran estado de forma ante los suyos. Y, es que, no es casualidad que marche como el octavo mejor del año.
Barcelona, ¿por qué no? El cartel de la ciudad Condal es uno de lo más competitivos que se recuerdan de los últimos tiempos, pero la presencia de Davidovich también enriquece el cuadro. El malagueño, a excepción de Alcaraz, es el participante que mejor forma presenta. Las sensaciones en su debut ante Wawrinka fueron más que correctas, sobresalientes en lo que al revés paralelo se refiere. Rublev le espera en octavos, un renqueante Rune en unas hipotéticas semifinales y, por qué no, tomarse la revancha frente al número uno español en la festividad dominical.
Un 2025 inmaculado
Australia fue una declaración de intenciones en toda regla. Allí no le falló el tenis, tampoco la cabeza. Lo abandonó el físico, demasiadas palizas a cinco mangas. Sin embargo, marchó con la cabeza alta, ahuyentando a los fantasmas de 2024. Las dos finales consecutivas en el mes de febrero significaron la confirmación: Davidovich quiere dar un paso al frente, ser top 20 por primera vez en su carrera. La mala fortuna y la crueldad del deporte se han cernido sobre él a la hora de lograr un título ATP que todavía se le resiste, aunque cada vez se postula más como cuestión de tiempo.
El cuadro de Montecarlo tampoco le favoreció. Muchos huesos duros de roer. Shelton en primera, Etcheverry, Draper, Popyrin…todos, de una forma u otra, cayeron rendidos ante el malagueño. Y eso que Davidovich luchaba contra dos rivales por momentos: todavía quedan cosas por amueblar en esa cabeza. La viral imagen en octavos antes Draper, cuando hasta su entrenador abandonó la pista por no sentirse identificado con los demonios de su jugador, es la mayor evidencia de ello. «Por momentos aparecía mi cabeza para susurrarme mierda», explicó tras llevarse la victoria en la tercera manga.
La sombra de Nadal es muy alargada y, en un circuito más abierto que antaño, España añora segundos espadas para cuando Carlitos falle. Es decir, los Ferrer, Almagro, Verdasco y compañía. Ahí aparecen figuras como la de Davidovich, Pedro Martínez o Munar, difícilmente comparables con los previamente mencionados por el momento. Sin embargo, si por algo destacan es por tener todavía un margen de mejora muy grande en su tenis y, sobre todo, en el baúl de la experiencia. Quizás esto último sea lo que les haya privado de asentarse más arriba en el ránking.
Para informarte minuto a minuto del deporte desde otra perspectiva, SIGUENOS en nuestras redes sociales: