El Obradoiro asalta el Paco Paz y se lleva el derbi gallego de la segunda categoría del baloncesto español frente al Ourense
Los derbis no se juegan, se ganan. Un lema que debió aprender con fuego Obradoiro en la ida ante el Obradoiro, pues, sin brillar, sumó una nueva victoria. No es el primer partido que se llevan sin cuajar un excelso encuentro. Tampoco el segundo. Ya deja de ser casualidad Y, es que, en una categoría tan dura como es la 1ªFEB las palizas brillan por su ausencia. Un derbi no iba a ser menos. Tuvieron que sudar de lo lindo, pero el fondo de armario decantó la balanza en el último cuarto.
Barcello y Micovic emergieron como los grandes protagonistas, pero se trató de un trabajo coral. Las triangulaciones, en lo que al ataque se refiere, les dotaron de más recursos ante una defensa intensa y agresiva. Atrás, tan solo un Moody estelar les sacó las costuras. Y, al igual que en la brillantez, tampoco es la primera ocasión en la que el Obradoiro saca un partido desde la defensa. El sábado que viene, ante Estudiantes, dispondrán de una oportunidad inmejorable de seguir creciendo, de mantener el pie a fondo en esa persecución a Palencia.
Derbi en estado puro
Superstición o decisión técnica, seguramente más por lo segundo, repitió Félix Alonso convocatoria. ¿Los damnificados? Rati Andronikashvili y Alonso Grela. El caso del canterano es obvio, pero el del georgiano, que llegó como un refuerzo de renombre en diciembre, comienza a ser, por lo menos, resaltable. Dejar a alguien viendo los toros desde la barrera es, al fin y al cabo, el precio a pagar por las recientes incorporaciones de Barcello y Faggiano. También repitió el leonés el quinteto inicial formado por Varela, Quintela, Davison, Galán y Balvin.
Las expectativas de lo que es un derbi, en cuanto a intensidad y actitud se refiere, se plasmaron desde el primer minuto. A nivel de efectividad y acierto era otra cosa muy distinta. Prácticamente cinco minutos se tardó en ver una canasta en juego, pareciendo, hasta dicho momento, los tiros libres la única fórmula de sumar. Y, aunque se rompiese el taponamiento existente, seguiría siendo un partido tosco, espeso por ambos lados. Ourense sumó hasta seis pérdidas en un primer cuarto que finalizó por delante (19-17), pero la sensación era de incomodidad.
Las defensas, una vez más, se sobreponían a los ataques. Moody, por los locales, y Barcello, por los visitantes, ejercían de desatascadores, aportaban una esencia diferente al resto. Pues ser errático era la tónica. El caso de Alejandro Galán resultaba magnífico para explicar lo que acontecía. El extremeño firmó un 0/3 en TC en apenas dos minutos y, además, gastó dos faltas. Tanto él como Balvin tuvieron que visitar el banquillo antes de lo previsto por culpa de las infracciones.
Obradoiro reacciona
Es tal el nivel de la plantilla del Obradoiro que, independientemente del acierto, en dos minutos pueden liársela a cualquier conjunto de la categoría. Ourense parecía tenerlos sujetos, amarrados defensivamente. Pero, en cuatro minutos, recibieron un parcial de 3-18 que les devolvió a la realidad. Curiosa resultó la forma en la que lo lograron los santiagueses. Los interiores, Brodziansky y Micovic, percutían en la zona orensana y los exteriores se encargaban de robar balones. Hasta diez en la primera parte a base de la rapidez de manos.

Fuente: Redes Sociales `X´ del Obradoiro
Un triple de Faggiano, quién con el paso de las semanas gana en confianza, obligó a Diego Gómez a tener que detener el encuentro (27-34). El ayudante de Moncho López, que vio el enfrentamiento desde la grada por su expulsión y posterior sanción en Cartagena, pedía a los suyos que volviesen a sus orígenes. Pero los suyos no parecían escucharle. Krikke y Mendikote buscaban jugar al poste constantemente, sin terminar de ser del todo rentable. El tiempo muerto llegó a 4:05 para el asueto y, desde entonces, tan solo una canasta por equipo se sumó al electrónico (29-36).
Lucha hasta el final
Volvieron los fantasmas de los terceros cuartos a las cabezas obradoiristas tras muchos meses sin hacerlo. Y lo hicieron por culpa, especialmente, de un jugador: Alen Moody. El norteamericano, con nueve puntos en apenas cuatro minutos, le dio la vuelta a la tortilla por completo. Cierto es que Obradoiro bajó enteros atrás, pero muchas de sus canastas eran indefendibles, con un hombre encima. Uno de sus triples obligó a Félix a tener que pararlo (42-42), pero no fue ese un punto de inflexión. Significó más un momento de transición.
Los capitalinos sabían que tenían que resistir, que un partido no lo gana un jugador. Micovic fue, particularmente, el que mejor entendió el proceso. Su aportación ofensiva no solo les mantuvo en el choque, sino que les permitió llegar con una ligera ventaja al envite definitivo (56-50). Debida, en parte, a la triangulación estratégicamente establecida, siempre realizando un pase más tras el bloqueo y continuación. La gestión de los nervios iba a ser, definitivamente, el factor que decantase la balanza.
Ourense parecía autoeliminarse con faltas evitables fruto de la desesperación, pero Obradoiro no lo aprovechaba. Muchos fallos desde el tiro libre los condenaban. Aun así, se mantenía por delante a cinco del final (67-72). Amenazó con deshacerse cual flan el conjunto santiagués con un parcial de 5-0, pero Davison y, sobre todo Barcello en la dirección, mataron el enfrentamiento en apenas dos jugadas. La calidad individual, por enésima ocasión en los últimos tiempos, rescató al Obra.
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