El Obradoiro vence al Menorca en un enfrentamiento disputado y farragoso que se decidió en el inicio del último cuarto
Trabajos de orfebrería tuvo que realizar el Obradoiro para derrocar a un peleón y rocoso Menorca que se creyó, por instantes, capaz de asaltar Sar. No se basó simplemente su oficio en la precisión y meticulosidad defensiva, significativa colectivamente y excelsa la ejercida por Varela y Quintela sobre Cone, sino también en la paciencia. Pues, para lograr la victoria, requirieron de tiempo para desgastar e ir mermando a un rival al que la carga de faltas lo sentenció desde muy temprano.
Davison demostró que, su faceta penetradora, no es cosa de un día, sino que parece haberla implementado en su repertorio. Su capacidad de sacar faltas cada vez se acerca al aro y posterior fiabilidad desde el 4´60, le convierten en mucho más que un tirador. Tanto su situación como la del equipo es muy diferente a la de hace tan solo un par de semanas, pues juegan con una red llamada Alex Barcello. Es tal la calidad del norteamericano que cinco minutos de esplendor en el último cuarto fueron suficientes para enviar a Menorca a la lona. El finde les espera Ourense, un nuevo obstáculo en el camino hacia la remontada de posiciones de cara a los playoff.
Inicio parejo
Tenía, por primera vez en muchas semanas, Félix Alonso disponible a todas sus piezas disponibles y tanto Grela como Rati fueron los sacrificados. A ambos les tocó ver los toros desde la barrera en lo que tiene pinta de convertirse, sobre todo en el caso del canterano, en la tónica en lo que resta de campaña. El técnico leonés, pese a resaltar en la previa los centímetros de Menorca, dispuso su quinteto tipo: Quintela, Davison, Varela, Galán y Balvin. Y, al menos en los primeros compases, les costó entrar en el encuentra, en lo que a la parcela ofensiva se refiere.
La intensidad y actitud menorquina pareció, aunque no fuera así, pillarles desprevenidos. Su método de supervivencia resultó sencillo: devolvérsela con su misma medicina, bajando el culo y apretando los dientes. Dinámica, compleja de mantener con el paso de los minutos, que dificultó el aumento de los dígitos en el marcador. La primera canasta del Obradoiro, que tuvo que llegar desde la línea de personal, se demoró de forma notable. Eso sí, su llegada, más allá del alivio, supuso un ligero destaponamiento, aunque fuese momentáneo.

Fuente: Redes Sociales `X´ del Obradoiro
Apoyados en la superioridad de Balvin en la pintura y las ventajas ganadas tras bloqueos del checo, Obradoiro creció en el partido. Eso, sumado a que la defensa seguía excelsa, obligando a Menorca a tener que agotar posesión en varias ocasiones. Javier Zamora, ante la falta de clarividencia por parte de los suyos, detuvo el choque a falta de 4:18 para el final del primer cuarto. La entrada de Barcello, previa al tiempo muerto, también había aumentado el ritmo de un encuentro que, cuanto más lento transcurriese, mejor, a priori, para el interés de los isleños.
Misma tónica
Tuvo el efecto que buscaba el entrenador visitante a través del tiempo muerto, pues los suyos encontraron una vía de escape a través de Llorente y, en defensa, anegaron de nuevo a los gallego. El madrileño, mediante el tiro tras bote en la salida de bloqueo, dio la vuelta a la ligera ventaja local. Del 13-9 se pasó, en apenas dos minutos, al 13-14 con el que se cerró el primer cuarto. La sensación era, quitando el escenario, similar a la del pasado sábado en Oviedo, la defensa salvaba los muebles.
El segundo cuarto fue más de lo mismo. Las defensas se sobreponían a los ataques ayudados, también, por los bajos porcentajes en ambos lados. Eso sí, consecuencia, en la mayoría de las ocasiones, de obligar al rival a realizar tiros forzados. Davison, con un triple, quería poner algo de luz a final del túnel, pero el acierto no llegaba. Y, lo que sí que estaba calcando el Obradoiro, pararle los pies a uno de los mejores anotadores de la liga como es Cone, tan solo sufrió un pequeño desliz en la primera parte. El estadounidense, con un triple marca de la casa, puso a los suyos por delante y acabó con la paciencia de Félix Alonso.
El leonés quería más ritmo, pero sus peticiones no se materializaban. Si ya estaba siendo un choque fangoso, los colegiados se encargaron de que lo fuera más. La ausencia de criterio, en algunas decisiones, y la facilidad para llevar el silbato a la boca, en otras, lo hacía más trabado de lo ya era de por si. Zamora se arriesgó a mantener a Arteaga en pista con dos faltas para frenar a Balvin y la tercera, señalada a 1:36 para el asueto, fue bastante debatida. Así, en un toma y daca lleno de interrupciones, se movía en el alambre el Obradoiro. La defensa era, a fin de cuentas, el principal causa del liderazgo local en el intermedio (31-28).
Segunda parte
Salió el Obradoiro con la actitud, al menos, de dar un golpe encima de la mesa tras el descanso. De hacer que, las 2577 almas que se desplazaron en una noche fría intersemanal, vibrasen más con el equipo en vez de soltar sus frustraciones con el grupo arbitral. Y, en un abrir y cerrar de ojos, endosó un 4-0 de parcial en transiciones, eso que tanto añoraban. Pero, lo cierto, es que, por la respuesta isleña, pareció un espejismo. Menorca, pese a sus problemas de faltas (Llorente, con 4, y Figueras, con 3, se sumaban al ya mencionado Arteaga), resistía. Esta vez, a base de triples. La ventaja, ahora, oscilaba entre los 5-6 puntos, siempre con los gallegos por delante.

Fuente: Redes Sociales `X´ del Obradoiro
Era como si el Obradoiro, tras 25 minutos picando piedra, empezase a ver vestigios de una posible cantera de diamantes. El minero avanzado era un Davison que, cuando no encontraba el triple liberado, penetraba para sacar la falta. Eran ya veinticuatro los puntos que vislumbraba su casillero particular a mediados del tercer cuarto, once de ellos desde el tiro libre. Menorca bajaba prestaciones, evidenciadas en las numerosas infracciones de pasos cometidas, motivo de varias pérdidas consecutivas. Eso sí, gracias a un trabajo coral, llegaban con opciones al envite definitorio (57-49).
Barcello, desaparecido hasta el momento, se guardó sus mejores prestaciones para el inicio del último cuarto y, con ocho puntos consecutivos, abrió la ventaja hasta los trece punto (65-52) a 7:37 para la conclusión. Solicitó tiempo muerto Javier Zamora, pero el festival del `20´ ya no había quién lo parase y, en la jugada posterior al tiempo muerto, puso la puntilla. Brodziansky, por si acaso, dejó el enfrentamiento visto para sentencia con otro triple (71-54). No fue un paseo lo que le restó al Obradoiro, pero la montaña ya era imposible de escalar por parte de Menorca.
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