La lesión en los cuartos de final del Open Australia impidió que Nadal levantase los cuatro Grand Slams en 2010, algo insólito en el siglo XXI
Don Budge y Rod Laver son los dos únicos hombres de la historia que han triunfado en los cuatro grandes escenarios del tenis el mismo año. El primero lo consiguió en 1938, cuando todavía no se consideraba un deporte profesional, sino de aficionados. Laver, por su parte, sí que lo hizo con todas las de la ley en 1969. Antes, como aficionado, ya lo había repetido. Nadal, en 2010, ha sido el que más cerca lo ha tenido en la historia reciente de la raqueta, pero una lesión en su rodilla derecha le alejó del sueño.
Sus rodillas ya le habían obligado a parar en temporadas previas, pero el 2009 lo terminó por todo lo alto, con la consecución de una nueva Copa Davis. Nadal es de esos que considera que si una fórmula funciona hay que repetirla. Y, quizás por ello, acudió a Doha para preparase de cara a Melbourne. Lo cierto es que, hasta la lesión, iba camino de repetir la hazaña, pero entre Murray y la rodilla le devolvieron a la faz de la tierra. Aseveró ser un pinchazo e incluso especuló con regresar dos semanas más tarde en Rotterdam. Esas dos semanas, para su desgracia, se convirtieron en dos meses.
Máquina destructiva
Reapareció en Indian Wells y Miami con dos grandes actuaciones en las que alcanzó las semifinales. Ljubicic y Roddick, los dos verdugos respectivamente. Buenas sensaciones, pero sin títulos en esta primera parte de la temporada. Se echaba ya de menos la tierra batida, el espectáculo de verle deslizándose sobre la arcilla. Llegó Montecarlo y, como siempre, apareció el mejor Rafa, el que estrangula a sus rivales a base de peloteos interminables en el que les va robando las piernas hasta ahogarles.
Fuente: Photo by Cameron Spencer/Getty Images
El torneo monegasco fue, tan solo, el principio de una racha triunfal. Se ausentó de Barcelona por precaución, no quería forzar su maltrecha articulación. Allí donde fue completó un pleno pocas veces antes visto. Montecarlo, Roma, Madrid y Roland Garros, por ese orden. Cuatro torneos en los que tan solo perdió dos mangas en territorio italiano. Lo más impactante lo de Montecarlo, donde tan solo se dejó 15 juegos en 5 partidos. Es decir, a una media de tres por encuentro.
Roland Garros significó, además, su reivindicación. Soderling le había quitado el invicto en 2009 y, casualidades del deporte, se cruzaron en la final. Rafa llegaba pletórico y picado. La paliza fue notable. Aplicó de nuevo el método Queens para tratar de llegar lo mejor posible a Wimbledon. Cayó en cuartos ante Feliciano López, compañero en la Davis, pero fue una semana muy prolífica en cuanto a adaptación a la superficie se refiere. Sino que se lo digan a Berdych en la final londinense, en la que Nadal alcanzó su mejor nivel sobre hierba. Pues, tras unas arduas primeras rondas frente a Petzschner y Hasse, sometió a Murray, Soderling y al checo.
El US Open, la guinda del pastel
Nadal abordó esta segunda parte de la temporada con un claro objetivo, el de completar los cuatro Grand Slams. Sabía lo que era vencer en Wimbledon en dos ocasiones, en París cinco, en Melbourne una…faltaba Nueva York, el torneo más ruidoso y mediático del calendario. Por ello se tomó algo más de un mes de reseteo después de la gira de hierba, para no estar mermado físicamente antes de lo importante. Aprovechó para ver a España ser campeona del mundo en Sudáfrica y luego puso rumbo a Norteamérica. Toronto y Cincinnati, torneos en los que cayó en semis y cuartos respectivamente, le sirvieron de puesta a punto.
Fuente: Photo by Julian Finney/Getty Images
Cuando uno de los más grandes de la historia se fija un objetivo, es muy difícil pararlo. Djokovic, en los Juegos Olímpicos de este año, es un claro ejemplo de ello. El US Open de Nadal en 2010, otro más lejano. Tan solo perdió un set, el de la final ante Novak. Una final preciosa y de un nivel superlativo en la que se vieron intercambios de más de 50 golpes. Un desgaste físico encomiable que terminó con las aspiraciones del serbio. Rafa, que previamente se había desecho de Youzhny, Feliciano y Verdasco, por fin levantaba los brazos en la Quinta Avenida.
Le tocó acudir a un ATP 250 y otro ATP 500 por normativa. En Bangkok cayó frente a Guillermo García López fruto de la extenuación, mientras que en Tokio se hizo con el título. Viendo como se encontraba y el nivel de juego mostrado, parecía que podía ser la temporada en la que Nadal luchase por las ATP Finals. Pero 2010 tampoco pudo ser la ocasión. Eso sí, ha sido en la que más cerca lo ha tenido. Pleno de victorias en la fase de grupos ante Djokovic, Berdych y Roddick, épica semifinal de más de 3 horas con Murray…hasta que colapsó en la tercera manga de la final ante Federer. El suizo, que no venía de tanto desgaste previo, se hizo con la Copa de Maestros. El título que pone el único agujero a las vitrinas de Rafa.
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