El suizo confirma su presencia en el circuito en 2025 tras dos semanas muy buenas que le permiten regresar al top 150
Nadal se nos irá en apenas un mes, Thiem lo hizo esta misma semana y ya parece quedar lejos el adiós de Andy Murray. La edad y las lesiones pasan factura a una generación que ha marcado la historia del deporte de la raqueta. Otros, como Djokovic, gestionan de forma milimétrica sus esfuerzos, pues el cuerpo ya no es el de antes. Es por ello por lo que sorprende el caso de Wawrinka, el de un jugador que, a sus 39 años, sigue batiéndose el cobre en la pista sin una necesidad económica detrás. El suizo, uno de los jugadores que más grand slams (3) le `robó´ al Big 3, pelea por conseguir un ránking que le permita prescindir de las wild cards.
El cuerpo de Wawrinka es la viva imagen de su historia personal. Esa cicatriz en su rodilla, tan visible como presente, le apartó de las pistas durante más de un año. Hizo que pasara de un asiduo del top 10 a las catacumbas y la lucha más ardua del circuito. «He pensado en retirarme, pero sigo adelante«, decía en 2018 tras su vuelta en Australia. Cuatro meses estuvo sin poder andar al sufrir una perforación del cartílago. Desde entonces, no ha recordado lo que es levantar un título ATP. Inconveniente que no le quita la ilusión.
Siete años de sequía, de conformarse muchas veces con tener que jugar en Challenger. Una vez se le acabaron los billetes que te otorga el ránking protegido, se atenía simplemente a las wildcards. Sin embargo, de ese primer varapalo se levantó muy firme e incluso regresó al top 20. El de 2021, una lesión en su pie izquierdo, a punto estuvo de tumbarle por completo. Y, es que, sus últimos años han sido un continuo volver a empezar. Cuando parece recuperarse tanto a nivel físico como de juego, un nuevo traspiés surge de la manera más desafortunada.
Seguirá en 2025
2024 estaba siendo un año bastante atípico para él, con unos resultados tremendamente pobres. Y, aunque se antoje complicado que pueda ostentar un balance positivo a final de temporada, al menos en estas dos semanas de octubre le están otorgando otro sabor, otra perspectiva. Brilló en Estocolmo hasta semifinales. Nakashima, Davidovich e incluso Rublev hincaron la rodilla ante la preciosidad de su revés a una mano. Tommy Paul fue un hueso excesivamente duro de roer, pero Wawrinka puede presumir de estar al nivel de los mejores.
Nadal y Wawrinka en Roland Garros 2017. Photo by Julian Finney/Getty Images
Gstaad, el torneo de casa, no iba a ser menos. En primera ronda, frente a Mannarino, se convirtió en el jugador más mayor en ganar allí por delante de Federer. Ayer, en un partido trepidante con Shelton, la lógica dictó sentencia. Los bombazos del norteamericano terminaron por inclinar la balanza. Sin embargo, una vez más, Wawrinka se retiraba de la pista con una sonrisa en su rostro. Tal fue el chute de adrenalina que el suizo confirmó su presencia en el circuito un año más.
«Mi plan siempre fue continuar. La forma en que me siento, tenística y físicamente, lo bien que entreno, el nivel de juego que alcanzo… Pero, por supuesto, también está la realidad de los resultados y del ranking. Si ya no tengo la oportunidad de jugar en los grandes torneos y en los que suelo disfrutar, eso podría afectar a mi motivación. Hasta ahora, no ha sido el caso», dijo en rueda de prensa en unas declaraciones recogidas por Tages Anzeiger, medio local.
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