Sinner ha vencido en cuatro mangas a McDonald (2-6, 6-2, 6-1 y 6-2 ) para acceder en la segunda ronda del US Open
El partido más mediático de la primera ronda, ese momento en el que Jannik Sinner, de quién recientemente se conoció su positivo por clostebol, saltó a la Arthur Ashe. Aunque respondió a todas las preguntas que se le hicieron en la rueda de prensa previa, es evidente que la presión a la que estará sometido en el US Open será mayor que en otros torneos. Mentalmente no llega al 100% y eso ha sido más que palpable en una primera manga donde se le ha visto desconectado y ausente, como si su cabeza no le dejara competir.
Un inicio renqueante y errático que, pese a la reacción posterior, deja dudas sobre el posible rendimiento del transalpino en la próxima semana. Se trata de una situación similar a las desconexiones que, de tanto en tanto, sufre Alcaraz. Al ser jugadores supremos, de una talla infinitamente superior al resto, se pueden permitir regalar un set, pero cuando se enfrenten entre ellos o ante rivales de entidad, eso supondría cavar su propia tumba.
McDonald aprovechó a la perfección las dudas de Sinner, creciéndose de una forma poca antes vista. Fue como si no se creyese lo que estaba sucediendo y, debido a ello, sus golpes fluían con sencillez y peligrosidad. La mitad de los errores no forzados del italiano fueron en la primera manga, donde llegó a levantar hasta siete bolas de break pese a caer claramente por 2-6. Apenas habían pasado cuarenta minutos y el número 1 del mundo estaba contra las cuerdas. Minutos antes había caído Tsitsipás y la afición presente en la Arthur Ashe no daba crédito a lo sucedido.
Punto de inflexión
El comienzo de la segunda manga aumentaba la preocupación en el box de Jannik. Mackenzie rompía el servicio del de San Candido a las primeras de cambio y metía más presión en los hombros de su oponente. Ahí, cuando la cuerda amagaba con romperse, supo sufrir como un auténtico campeón el transalpino, llevándose un juego interminable para igualar la contienda y cambiar por completo la dinámica del choque. Si hasta entonces era el estadounidense quién sostenía la cuchara por el mango, Sinner le quitó la mano de un plumazo.
Diecisiete de los siguientes veintiún juegos cayeron de su lado, demostrando una cara opuesta. Bien es cierto que McDonald, dolido por la recuperación, puso de su parte, pero la actitud y juego desplegados por Sinner desde entonces meten miedo. Demostró, una vez más, porque es el número 1 del mundo, los motivos que le han llevado a ser, posiblemente junto a Alcaraz, el mejor tenista del año. Seguramente no es la carta de presentación con la que había soñado, pero sí una firme candidatura al título en Nueva York.
Ahora se verá las caras con Michelsen, ídolo local que tratará de usar al público a su favor con el objetivo de poner nervioso a Sinner. Sin embargo, si nada extraordinario ocurre, el italiano es muy superior sobre el papel. En pista dura son pocas las raquetas del circuito que le pueden llegar a poner en apuros y, al menos hasta octavos, donde se podría ver las caras con Tommy Paul, nadie se postula como rival para él. Una vez se ha quitado los fantasmas del dopping y de la opinión popular, Jannik ya vuela sobre las instalaciones de Flashing Meadows.
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