Bow Bowman, el artífice de la hazaña lograda por Marchand en los Juegos Olímpicos, ha detallado el camino a la cima
El mentor de Phelps, quién le llevó a convertirse en uno de los mejores deportistas de todos los tiempos. Va camino de conseguir lo mismo con la nueva estrella mundial, León Marchand, una de las grandes figuras de los Juegos Olímpicos. Cuatro oros olímpicos y un bronce en el relevo de estilos le encumbraron en su casa, en París. Hito realizado ante la atenta mirada de Michael que se abrazaba con Bob Bowman al finalizar cada prueba en una imagen de unión y nostalgia. Cambió de universidad a mitad de año, se fue a Texas y la plana mayor de nadadores le siguieron, pues todo lo que toca lo convierte en oro.
Atendió a los compañeros de SwimSwam apenas dos semanas después de la cita olímpica y relató el camino hasta la cima. Una preparación en la que destacó la administración de los tiempos, de conseguir estar en el pico de forma el día de la verdad, no con un mes de antelación. “La meta es tenerles preparados para la cita, no dos semanas antes. Hasta que no llegamos a París y nadó la primera prueba nos cercioramos de que estaba bien. No fue algo exacto en lo que todo fue perfecto durante el viaje completo», aseveró el entrenador norteamericano.
Fueron muchos los casos, como el de Dressel o Hugo González, en los que grandes nadadores firmaron sus mejores cronos en los trials, más de un mes antes de la cita olímpica. No brillaron en París tanto como les gustaría, erradicando quizás el problema en lo explicado por Bob Bowman. Este, conjuntamente con Marchand, había trazado un plan preciso y conciso que no daba pie a flecos sueltos. La gestión del escenario y el saber estar, dos aspectos tan relevantes como el estado físico posterior, pues ese se consiguió mediante el entreno.
El plan de Bowman, al detalle
El hecho de competir en casa, por muy bonito que pueda parecer, añade un componente de tensión y presión extra. Marchand, a sus 22 años, tuvo que someterse a los nervios de ser el ídolo local, de cargar a un país sobre sus hombros. “Teníamos un plan de cómo íbamos a gestionar todo lo que se generase a nuestro alrededor. Los días antes de la competición, aunque obviamente León tenía mucha presión, supo llevarlo con normalidad durante todo el proceso. Estaba concentrado, pero no obsesionado«, comentaba Bowman al respecto.
Hasta el tiempo con la prensa y los medios lo llevaron medido, sabedores de que son minutos fundamentales para la recuperación. Pasar mucho rato sin hidratarse después de una prueba y de pie le podía conllevar una carga física añadida a sus siguientes pruebas. «La gestión con los medios también fue mucho mejor que en pasadas ediciones por parte del equipo francés. Recuerdo en Budapest que, cuando hizo 4:04, se pasó una hora en la zona de prensa así que tuvo una sesión de aprendizaje de cómo manejarse después de eso. No creo que estuviese más de 10 o 15 minutos esta vez”.
El manejo de las sensaciones fue incluso milagroso en palabras de su entrenador, más aun cuando días antes de la cita mostraba horrendas sensaciones a braza. “León casi nunca lo hace muy bien a braza en los entrenamientos. Llegamos a París e hicimos unas series de braza que fueron terribles, iba a 34s cuando tenía que hacer 31s. Yo le dije simplemente que estuviese tranquilo y cuando la competición comenzó su braza estaba pletórica. El día abierto al público fue un gran ensayo, la piscina se llenó y fue muy por debajo de los ritmos que habíamos fijado para ese día«, reveló Bob Bowman.
A las puertas del récord del mundo
Rozó hasta dos récords del mundo el galo, pero en ambas ocasiones se quedó con la miel en los labios. Ni en el 400 estilos, donde avasalló a sus rivales, ni en el 200 estilos, donde se quedó a seis décimas de tumbar el mítico registro de Lochte, pudo hacer sonar la campana al finalizar. La primera «fruto de la relajación» al gozar de tanta ventaja, mientras que en la segunda la lentitud de la piscina y haber metido la cabeza en los últimos metros podrían haberle ayudado a conseguirlo.
“Creo que cuando se escapó (en el 400 estilos) y se sintió ganador se relajó. En corta mete la cabeza en los últimos metros en lo que yo llamo `the crazy french man´, y, aunque se lo dije, no lo hizo. Quizás eso le hubiese acercado al récord del mundo, pero creo que estaba tan solo que simplemente estaba disfrutando«. Fueron casi seis segundos los que le endosó a Matsushita y Foster, segundo y tercer clasificado respectivamente. Distancia sideral que, inconscientemente, provocó que su cuerpo de relajase.
“Haber hecho el récord del mundo (en el 200 estilos) hubiese validado todavía más su gran competición, pero nos quedamos a seis décimas. Hubo mucha polémica acerca de la piscina, pero vimos varios récords del mundo allí. Pese a ello, creo que una carrera como esa, al final de un gran programa, quizás ahí es de donde podías haber sacado esas décimas. Podían haber ayudado, pero es lo que hay, todo el mundo nadaba en la misma piscina”, zanjó Bowman.
Un doblete para la historia
El mayor hito de Marchand, seguramente, reside en el doblete de 200 mariposa y 200 braza realizado en las mismas sesiones. Una hazaña, prácticamente sin precedentes, por la que no se decidieron al 100% hasta ver el brutal rendimiento del 400 estilos. “Después del 400 estilos nos sentimos con mucha más libertad para el resto de la competición. Hasta entonces no teníamos del todo claro si doblar con el 200 braza y el 200 mariposa, y ahí es cuando dijimos `tenemos que ir a por ello´. Monitoreábamos todos su datos, de la energía que estaba gastando y el tiempo de recuperación que necesitaba. Después del 200 braza de semifinales se recuperó en diez minutos, fue una locura.”
“Planeamos la estrategia para ambas finales. En el 200 mariposa sabíamos que Milak iba a salir rápido y creíamos que las esperanzas de León pasaban por estar lo más cerca posible en el 150. Teníamos la base de muy buenos finales en esa prueba de él este mismo año y eso es precisamente lo que pasó. Clavó un muy bien subacuático y justo lo adelantó hasta siete metros para el final. Hacer los tres últimos parciales en 28 es muy positivo. El 200 braza fue totalmente lo contrario, queríamos salir rápido y ver si alguien le pillaba al final.“
«El día antes de la final durmió 11 horas»
Todo iba sobre ruedas, pero incluso en esos momentos de máximo éxtasis, a Bowman le atormentaba una cuestión: la recuperación de cara al 200 estilos. “Diría que las probabilidades de ganar las dos (mariposa y braza) antes de la competición era del 20%. Pensaba que era más factible ganar una y estar en el podio en la otra. Conseguirlo fue verdaderamente increíble. Sin embargo, estaba preocupado por el 200 estilos, por cuánto habríamos sacrificado con el doblaje.»
«Recuerdo que en los trials de 2004 Michael (Phelps) nadó tres pruebas en una misma sesión, la final del 200 estilos, las semis del 200 espalda y las semis del 100 mariposa. Lo hizo bastante bien en todas ellas, pero a la mañana siguiente no podía ni andar.» Sin embargo, los mejores de la historia son capaces de recuperarse de auténticas palizas. Nadal fue capaz de levantar el Open de Australia en 2009 tras una extenuante semifinal, Pogacar ataca en los puertos más duros sin pensar en la fatiga previa…y Marchand duerme largo y tendido como método infalible de descanso.
«León se levantó cansado, no durmió muy bien, pero simplemente le dije que se concentrase y lo hiciera. A él le gusta salir rápido en las eliminatorias y luego relajarse, es mejor que si sales muy conservador. Luego tuvo una larga siesta y el día antes de la final durmió como 11 horas. Es algo muy difícil de conseguir, pero creo que es algo que los mejores hacen. Michael también tenía esa facilidad, llegaba a las finales olímpicas habiendo dormido tres horas por la tarde.”
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