Nadal vence en tres sets al húngaro Marton Fucsovics (6-1, 4-6 y 6-4) para citarse con Novak Djokovic en segunda ronda de los Juegos Olímpicos
Ayer abandonó las instalaciones de Roland Garros sin saber si iba a jugar hoy, pero con la confianza de que, en caso de hacerlo, lo dejaría todo sobre la tierra. Ha sido un partido de luces y sombras, de dos escenarios muy diferentes: uno en la primera manga y otro en las dos restantes. La primera media hora fue un absoluto festival por parte de Nadal, quién mostró, posiblemente, su mejor cara de la temporada. La exhibición, insuficiente para amedrentar a Fucsovics, dio paso a una preciosa batalla encarnizada en la que Rafa, una vez más, supo sufrir como nadie.
Ahora le espera Djokovic, el mayor rival de su historia. Será el capítulo número 60 de la historia entre ellos, un absoluto homenaje a sus carreras. Pese a ello, ninguno saldrá a medio gas, pues a uno es lo único que le falta en su palmarés y para el otro se trata de su gran objetivo antes de su, a priori, cercana retirada. Todo indica que tendrá lugar el martes en la Philippe Chatriér, pero habrá que esperar a que la organización publique órdenes de juego.
Vendaval Nadal
Ayer ya se le vio muy cómodo en el dobles pese a las molestias. Cierto es que se trata de una modalidad totalmente distinta, pero sus golpes fluían con mayor facilidad y, sobre todo, daba la sensación de que hacían más daño a sus rivales. Hoy, cuando el sol más arremetía contra la Philippe Chatrier, la pelota de Nadal brincaba como en las mejores tardes. Salió muy agresivo, decidido a perder el menor tiempo posible, y pilló a Fucsovics a pie cambiado, dubitativo y con poca confianza.
El húngaro sufría lo indecible para defenderse, corría de lado a lado demostrando tener unas cualidades físicas envidiables, pero insuficientes para preocupar a Nadal. Y, es que, al español se le veía muy fresco de piernas, invirtiéndose cada vez que se le presentaba la oportunidad. Los planazos desesperados de Marton apenas le hacían cosquillas, y los breaks caían a su favor uno tras otro. Tan solo cedió un juego (6-1) en poco más de 32 minutos.
Era la mejor manga disputada por Nadal en mucho tiempo, ahora su derecha sí era definitiva, y el cansancio de Bastad de la semana pasada ni siquiera hacía ademán de aparecer. Poco predecible era la excelente puesta en marcha del manacorí y, por ponerla un pero, su resto a los segundos servicios del húngaro era ciertamente mejorable. Esta vez estaba volando él solo, sin Alcaraz a su vera.
Fucsovics reacciona
La segunda manga tuvo un inicio completamente opuesto, con el húngaro mucho más suelto. En vez de esperar a la bola varios metros detrás de la línea de fondo, optó por atacarla y correr mayores riesgos. La nueva estrategia resultó ser más que positiva para él, pues sumado a una pequeña bajada de intensidad más que entendible por parte de Rafa, le otorgó un break a las primeras de cambio. Intentó reaccionar el manacorí cuando el luminoso mostraba 3-1 a favor de su oponente, pero resistió Fucsovics a base de su meticulosidad con las dejadas.
Tuvo hasta dos bolas el centroeuropeo para sumar el segundo break a su favor y prácticamente mandar el choque a la tercera manga. Sin embargo, Nadal resistió como mejor sabe hacer, luchando desde el fondo y asomando la cabeza ante la mínima posibilidad. Con 5-3, cuando su oponente servía para llevarse el set, firmó un juego inverosímil que acabó por desesperar a Marton y permitió al español disfrutar de su saque para igualar el marcador a 5.
Ahí, donde no suele fallar Nadal, lo hizo por primera vez en más de una hora. Una doble falta y una dejada errática, fruto de la tensión, le otorgaron una bombona de oxígeno a Marton con la que ya casi ni contaba. Tocaba irse al tercero y seguir luchando, nada nuevo para un tenista que lleva inscrita la palabra pundonor en su ADN. Como la propia Philippe Chatrier lleva bordada en sus muros, «la victoria pertenece al más tenaz».
Tercer set
La red desapareció, el devenir de Nadal en los Juegos Olímpicos dependía, única y exclusivamente, de un set. Independientemente de las fuerzas o energía que le pudiesen quedar en el tanque, salió a morder a las primeras de cambio. En los dos primeros servicios del húngaro llegó a gozar de hasta cuatro bolas de rotura, pero todas ellas se fueron por la borda. Un juego más tarde, cuando era él quién servía para mantenerse vivo, tuvo que levantar un 0-40 de forma milagrosa.
Esa capacidad de lidiar con la épica cada vez que salta a la pista fue, quizás, la que le permitió subir una marcha más y, esta vez si, romper el servicio a su oponente. No sin sufrimiento, lo consolidó para ponerse 4-2 arriba, a dos pasos de la segunda ronda. Resistió el húngaro hasta el final, sin perderle en ningún momento la cara al choque, pero Rafa es mucho Rafa. Djokovic-Nadal en segunda ronda de unos Juegos Olímpicos. Sobran las palabras.
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