El Obradoiro cae un fin de semana más, esta vez en Zaragoza, tras echar a perder el trabajo de treinta minutos en un vituperable último cuarto
El Obradoiro tiene nivel de sobra para luchar contra cualquier equipo de la liga, pero no cuenta con la experiencia o la tranquilidad que te otorgan las victorias para permanecer en la categoría. Plagio total al partido del pasado domingo en casa frente al Barcelona, donde se compite, se lucha y se da la cara hasta que restan siete minutos para el final. Ahí el equipo desaparece, se desvanece y acaba encajando un parcial bochornoso de 30-9 en el último cuarto.
La derrota deja en la estacada a un equipo gallego ingresado en la UCI y con cada vez menos posibilidades de salir de ella. A expensas de lo que haga el Breogán frente al Palencia, podrían caer a posiciones de descenso al término de la jornada. Una situación límite que ha esquivado el Zaragoza en el día de hoy, demostrando tener los valores adecuados para asegurarse permanecer en la Liga Endesa, al menos, una temporada más.
Primera parte: Cuestión de rachas
El Zaragoza es un equipo que concede mucho defensivamente debido a su estilo rápido, de correr al contrataque y lanzar en los primeros segundos de posesión. Factor que aprovechó el Obradoiro para ponerse por delante aprovechando el errático inicio de los locales. Poco le duró la alegría a los santiagueses, pues rápidamente le darían la vuelta los locales a base de triples, protagonizados por González y Ben-Haynes. Anotando un 71% desde más allá del 6´75 es muy difícil perder, y así abrieron una brecha de hasta siete puntos en el arranque del segundo cuarto (30-23).
Los gallegos basaban su juego de ataque a través de Scrubb, Pustovyi y Mendoza, después de que Detson tuviera que ser cambiado muy pronto por sus dos prematuras infracciones. Pese a ello, las cinco pérdidas en el primer envite eran el causante de que fueran por debajo, más allá de la constante y superlativa efectividad de los locales a la que se sumaba McFadden (3/3 T3). El estadounidense era el encargado de asestar otro doloroso parcial a los visitantes y poner doce arriba a los suyos (40-28).
Moncho, cariacontecido en la banda, buscaba soluciones a través de un quinteto más músculo, juntando a Pustovyi y Blazevic en cancha. No le otorgó una respuesta inmediata, pero si una reacción con el paso de los minutos que permitió al Obradoiro ir recuperándose hasta empatar el choque a 41, habiendo firmado un parcial de 13-1. Después de la tempestad viene la calma y se entró en un toma y daca del que salió victorioso el Zaragoza, pues se fue dos arriba al intermedio (48-46).
Figueras vuelve a jugar
El primer tiempo destacó por las constantes idas y venidas, donde el Zaragoza amagó con sentenciar el choque, pero reaccionó bien el Obradoiro para reengancharse. Una remontada que fue causada también por el lógico descenso de la efectividad de los locales desde más allá del 6´75. Sorprendente fue la participación de Figueras en el juego, después de que el base español acumulase varias jornadas sin ser de la partida.
La aportación de Blazevic y un inspirado Mendoza, además del incombustible Scrubb, fue clave para que los de Moncho Fernández pudiesen resolver los complicados minutos de la mejor manera. El dominicano dio muestras de estar totalmente recuperado de sus molestias que le impidieron estar al 100% frente al Barcelona, mientras que el lituano sigue en línea ascendente y parece no tener techo.
Segunda parte: Un infierno para el Obradoiro
Al Obradoiro solo se le podía poner un pero respecto al segundo cuarto y era el porcentaje desde la línea de tres. Una estadística que maquillaría Timma con dos triples al inicio del tercer cuarto que, sumado a una intensidad defensiva encomiable, pondría a los suyos con una ventaja cercana a los diez puntos. Pero, siguiendo con la tendencia de todo el partido, sería ahora el Zaragoza quién respondería con un punto de paciencia, moviendo muy bien el balón en ataque y haciendo que esa ventaja se esfumara en apenas tres minutos.
Lejos de desmotivarse o bajar los brazos, siguió luchando el Obradoiro. Se afeó el partido, trabado, con muchas faltas y batallas individuales. Es ahí donde se sienten cómodo los gallegos, en el barro, en una estilo donde todo se iguala y son las ganas las que dirimen el resultado. De la mano de un excelso Blazevic en la pintura y de Scrubb ejerciendo de camión de la basura comenzaron a llevar la batuta en todo momento. Eso sí, sin despegar a un férreo Zaragoza que se mantenía pegado como una lapa a diez para la conclusión (68-72).
Los fantasmas de Barcelona, Girona y tantas otras derrotas en el último periodo rondaron las cabezas de los jugadores santiagueses en el arranque de este. Un suceso del que supieron sacar rédito los locales para, en menos de tres minutos, pasar de estar cuatro abajo a cuatro arriba con un parcial de 10-2. Se vio obligado Moncho a parar el partido, reestructuras a los suyos y encarar un último tramo muy igualado.
Desvanecimiento del Obradoiro
Al igual que la semana pasada frente al Barcelona, el Obradoiro pasó de llegar al último cuarto con ventaja a tener que remar contracorriente tras una suma de decisiones desastrosas. Se diluyó de tal manera el equipo, también por mérito de un Zaragoza que sí supo gestionar los minutos finales, que la diferencia final no demuestra la igualdad durante los 35 minutos anteriores.
La presión a la que están sometidos les hace jugar con ansias, nerviosos y atenazados ante la posibilidad de fallar cuando no toca. Eso, en gran parte, fue lo que le ocurrió a un conjunto gallego que cuajó un último cuarto paupérrimo, lleno de malas decisiones y pérdidas, que otorgaron en bandeja una necesitada victoria a los zaragozanos. El descenso es cada jornada más real a las orillas de Sar y, a expensas de lo que haga el Breogán, se han quedado sin margen de maniobra.