El joven tenista húngaro arrasó a Rune en menos de una hora y ya suma tres de cuatro victorias posibles frente jugadores del top 10
En la historia del tenis siempre han destacado tenistas que durante el 90% de la temporada rinden a un nivel medio de top 50-100, pero que cuando se enfrentan a los mejores del mundo se crecen a niveles inexplicables. Muchos de ellos suelen aparecer en la Copa Davies, como Borna Gojo o Stepánek en su etapa final, pero hay algunos casos dentro del circuito, ya sea Karatsev o Jarry. Fábián Marozsan, posible top 50 a final de semana, ha sido el encargado de recoger ese testigo y la denominación de `matagigantes´.
Marozsan dio la campanada en la madrugada de ayer al imponerse a Holger Rune con una facilidad pasmosa. Bien es cierto que el danés ha declarado estar ligeramente tocado, pero el 6-1, 6-1 en menos de una hora, generó una gran incredulidad. Y, es que, el húngaro apenas cometió cuatro errores no forzados, cantidad irrisoria en comparación con los 23 winners logrados en ese mismo periodo de tiempo. Ello, sumado a su efectividad en los momentos importantes, cinco de cinco en bolas de break, minaron por completo la moral del siete del mundo.
Alcaraz, su primera víctima
Fábián se dio a conocer ante el gran público el pasado año en Roma cuando ocupaba el puesto 135 del ránking ATP. Allí desplegó su mejor tenis hasta la fecha, el cual ahora vemos de una forma más asidua y regular. Venció a Carlitos holgadamente, en dos sets, pegándole muy duro a la bola y sin cometer apenas errores. Un día más tarde, cayó ante Coric dando una cara totalmente distinta, como si no tuviera motivación una vez tocado techo. El húngaro se transforma cuando tiene rivales de renombre enfrente.
Marozsan ha disputado cuatro encuentros en su vida ante oponentes del top 10 y su efectividad es del 75%, es decir, ha salido airoso en tres de ellos. Si tenemos en cuenta que su única derrota fue en su segunda cita con Alcaraz, podríamos decir que es imbatible a la hora de conocerse. Ruud, además del ya mencionado Rune, es el otro paciente al que le tocó pasar por el dentista húngaro que, en Shanghái, le hizo morder el polvo.
Su buena dinámica le puede abrir las puertas del top 50, en caso de deshacerse de Popyrin y acceder a los octavos de final de Miami. A sus 23 años está alcanzando el punto de madurez y regularidad que requería un tenista de sus condiciones, pero todavía le falta mucho camino por hacer. Eso sí, a partir de ahora cualquier estrella ya estará ojo avizor cuando el sorteo les empareje a las primeras de cambio. O quizás dentro de no tanto se lo encuentran en las últimas rondas de grandes torneos.