La mítica victoria del Sporting de Preciado en el Bernabéu supuso la primera derrota del luso como técnico local en competición nacional
José Mourinho es uno de los mejores y más carismáticos entrenadores de la historia del fútbol. El portugués ostenta un récord que se antoja difícil de igualar. «Mou» estuvo 9 años y 38 días sin perder un partido como entrenador local en competición nacional. La racha comenzó el 23 de febrero de 2002, pero el Real Sporting de Manolo Preciado le puso fin el 2 de abril de 2011. Sin lugar a dudas, más allá del récord, esa victoria es una de las más representativas de la etapa del técnico cántabro en Gijón por todo lo que supuso.
¿Qué trasfondo tenía aquel encuentro?
La historia de este hito para el sportinguismo comienza el 24 de septiembre de 2010, casi 7 meses antes del famoso encuentro. Aquel día, justo después de una victoria con gol de Villa del FC Barcelona sobre el Sporting de Gijón, Mourinho criticó a los equipos que hacían rotaciones cuando jugaban contra el conjunto catalán. El técnico portugués llegó a decir que muchos de estos equipos regalaban sus partidos cuando jugaban contra el equipo de Pep Guardiola. Manolo Preciado ignoró al luso en un primer momento y aplazó su respuesta para la previa del encuentro de la primera vuelta contra el Real Madrid.
Preciado cumplió con su palabra y en la semana previa al Real Sporting – Real Madrid habló en sala de prensa respondiendo al técnico blanco. En aquella comparecencia el entrenador del club asturiano estalló aprovechando para tachar a Mourinho de «canalla» y de «mal compañero» por realizar ese tipo de declaraciones. El encuentro de la primera vuelta acabó con victoria madridista gracias a un solitario gol de Gonzalo Higuaín, la tensión se podía corta con un cuchillo. De hecho después del partido hubo un altercado entre ambos entrenadores en el aparcamiento del Molinón, por un gesto que hizo Mourinho desde el autobús.
La venganza de Preciado
La tensión entre ambos no bajó sus niveles durante aquella temporada, de hecho se dedicaban alguna que otra declaración cruzada en rueda de prensa. La revancha para los asturianos se presentaba en un escenario perfecto: jornada 30 de liga, con el Real Madrid obligado a ganar para no quedar fuera de la pelea por el título y en el estadio Santiago Bernabéu. En la previa se vio a un Mourinho muy confiado y a un Preciado que hizo alusión a su propia frase de unos meses atrás en la que avisaba de que «aquí cuando escupes hacia arriba te acaba cayendo encima».
El Real Sporting no fue solo a la casa del club blanco. La «mareona» agotó las entradas y llenó, prácticamente, el espacio reservado para la afición visitante. El encuentro estuvo dominado por un Real Madrid que necesitaba los tres puntos para seguirle el ritmo al FC Barcelona, pero en una buena jugada del conjunto rojiblanco, Miguel de las Cuevas envió el balón al fondo de las mallas de la portería de Casillas con un buen disparo raso pegado a la cepa del poste. Los asturianos aguantaron hasta el final y se llevaron los tres puntos, rompiendo la racha de imbatibilidad de Mourinho y dejando al Real Madrid fuera de la carrera por el título de liga.
La reconciliación de dos grandes entrenadores
A pesar de caer derrotado y perder todas las opciones que tenía de ganar la liga, José Mourinho entró al vestuario del Sporting de Gijón para felicitar a la plantilla del club rojiblanco y, por supuesto, a Manolo Preciado. Desde ese momento, la relación entre ambos fue a mejor y otro buen gesto del míster luso llegó cuando destituyeron a Manolo Preciado. «Mou» dijo en rueda de prensa que estaba muy apenado por la destitución del cántabro y afirmó que estaba triste porque le gustaba enfrentarse a él.
Esta rivalidad se zanjó definitivamente en marzo de ese mismo año. Manolo Preciado, siendo ya ex entrenador del Real Sporting de Gijón, visitó la ciudad deportiva del Real Madrid. El club blanco grabó un vídeo para sus redes en el que se veía al cántabro hablar con Mourinho y con los miembros de su cuerpo técnico. Manolo dijo que al final toda esa rivalidad les sirvió para acabar entablando una relación magnífica, concluyó afirmando que el portugués era un «Number One». Desgraciadamente, pocos meses después el técnico español falleció súbitamente cuando lo tenía todo hecho para firmar por el Villarreal.
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