José Emilio Amavisca Gárate, Laredo (Cantabria), 19 de junio de 1971, es un ex-futbolista español que pasó por equipos de la talla del Real Valladolid, Racing de Santander, Depor, Espanyol, Lleida y Real Madrid con el que levantó la ‘Séptima’. Entre otros hitos también aparece la victoria en los Juegos Olímpicos de Barcelona. En esta entrevista le conocemos un poco más.
¿Qué fue lo más difícil para usted en su año de debut en la élite con el Real Valladolid?
“Yo creo que lo más difícil siempre es primero el ritmo, ya que no es lo mismo jugar en 2a división que en 1a. En 1a división el fútbol tiene mucho más ritmo y eso se nota, y lo segundo más difícil es mantenerse a ese nivel. Cuando debutas y estás un año en 1a, la gente aún no te conoce, pero cuando te va conociendo es siempre más complicado. Así que yo creo que eso es lo más difícil».
¿Qué se siente ganar una Champions con el Real Madrid tras 32 años sin hacerlo?
“Pues imagínate, fue una auténtica locura, porque yo creo que nadie,(quitándonos a nosotros mismos), confiaba en que pudiéramos ser campeones. La Juventus de Turín era hiper-favorita, además habíamos tenido un año muy malo en liga. Pero éramos un equipo muy unido, que creía en sus posibilidades, y yo creo que eso es lo que nos hizo ser campeones de Europa».
¿Cómo fue su relación con el Racing de Santander hasta su llegada?
“Yo creo que la afición del Racing estaba muy equivocada conmigo. No sé si eso fue por gente que estuvo en el Racing, que habló tonterías sobre mí, que si no quería estar en el Racing, cuando a mí jamás me habían llamado para estar en el equipo. También por un supuesto problema que hubo cuando vine con el Lleida a jugar contra ellos. O sea, todo tonterías y cosas ficticias”
¿Cómo fue su reconciliación con la afición del Racing?
“Bueno, yo creo que ellos cuando llegué se dieron cuenta que yo era un currante, que de verdad quería al club y yo pienso que me dejé aquí algo más que sudor. Así que bueno, creo que cuando ellos ven que vienes de cara y que vienes a hacer las cosas bien, no hace falta reconciliarse ni nada parecido.”
¿Cómo vivió los días previos a jugar con España los JJ.OO Barcelona 92?
“A ver, la explicación es sencilla, yo al final pensaba que ni siquiera iba a ir, porque yo estaba haciendo la mili ese año y era bastante complicado compaginar la concentración (con la selección española) con el cuartel».
¿Qué significó para usted representar a su país, y ganar unos Juegos Olímpicos?
“Fue una pasada, yo tenía metido en mi cabeza que lo iba a pelear para poder ir pero que lo iba a tener más difícil. Y gracias a la confianza del míster, de Vicente Miera, pues pude cumplir el sueño de estar en unas Olimpiadas en tu casa además, que eso es el doble de motivación. Ser en Barcelona, en España, yo creo que eso nos enganchó a todos muchísimo, y ser campeones pues fue el éxtasis total».
¿Cuándo descubre que es el momento de colgar las botas y por qué?
“Pues ya llevaba muchos años fuera de casa, además tenía hijos pequeños y el cambiar de ciudad a mí no me sentaba nada bien. Muchas veces el que manda es el cerebro, no mandan las piernas. Yo creo que físicamente hablando podría haber estado perfectamente dos o tres años más, pero mi cabeza me decía que no. Era momento de parar, de estar con mis hijos pequeños, de que estuvieran asentados en un sitio, de que estuvieran con sus abuelos y de que sus abuelos disfrutaran de su infancia. Bueno, una serie de factores que a mí me dijeron que ya era el momento de irme para casa».