Héctor Cúper ha protagonizado una de las mayores gestas de la historia de la selección de Siria al clasificarla a los octavos de final de la Copa Asia. Y no es su única hazaña ni mucho menos
Los sirios lloran, por primera vez en mucho tiempo, de alegría
Puesto 91. Esta es la posición que ocupa la selección de Siria en el ranking FIFA (actualizado hace dos días). En febrero del año pasado incorporó a sus filas al argentino Héctor Cúper como entrenador. Lo que no sabían es que este técnico les llevaría a hacer historia.
Poco menos de doce meses después, Héctor, lo ha vuelto a hacer. Con un equipo, sobre el papel, inferior al resto de la competición, Cúper ha logrado llevar a Siria a los octavos de final de la Copa Asia. Es tal la emoción en el país, desmedida y a la vez emotiva, que hasta los periodistas y su propio traductor rompieron en llanto en la entrevista tras el partido frente a India.
‘Supercampeón’ pero muriendo en la orilla
Más allá de su paso por combinados nacionales como Siria, República Democrática del Congo o Egipto, Cúper ha entrenado a equipos prestigiosos véase Betis, Inter de Milán, Valencia, entre otros. Con este último, además del Mallorca, conquistaría la Supercopa de España en 1998 y 1999. Por otro lado, llevaría a estos conjuntos a los puestos punteros del campeonato liguero. Pero no es oro todo lo que reluce, nunca mejor dicho.
Su historial de títulos es menor al de finales disputadas. Precisamente con el club valencianista alcanzaría hasta en dos ocasiones la ansiada final de la Champions League, aunque saldría derrotado en ambas. A lo largo de su trayectoria en los banquillos también perdió finales de la Copa del Rey (Mallorca), Coppa Italia (Inter) o ligas en la última jornada (Huracán, Inter).
La ‘maldición’ de las finales perdidas
Llegar a una final es una sensación semejante a alcanzar la cima de una montaña, a superar un laberinto, a cruzar un extenso río, a derribar un castillo de naipes. Héctor Cúper sabe muy bien lo que es llegar a una, y perderla. Aunque lo cierto es, que ojalá fuera una, pues son nada más y nada menos que seis en las que se ha quedado con la miel en los labios.
Se puede decir que es ‘la maldición de las finales perdidas’, pero pensándolo bien, quién puede decir que ha estado en todas esas finales. Yo sé de alguien, Héctor Cúper. Porque es esa clase de entrenador que basta con ver lo que ha hecho con Siria para comprobar que no requiere de títulos. Porque es un campeón que no necesita corona.